Veamos qué hay detrás de la mesa
En el momento que escribo esta columna de opinión, aún siguen las negociaciones para la composición de la Mesa Directiva del Congreso para el año legislativo 2023-2024. Es natural que, dada la fragmentación que tiene el Parlamento con doce bancadas y una adicional no formal de catorce parlamentarios que no pertenecen a ninguna, las conversaciones se tornan intensas con resultados impredecibles.
Pero ustedes se preguntarán, ¿qué es lo que está en juego?, ¿solo el cargo de presidente y de vicepresidentes? o hay algo más que no sabemos. En primer lugar debemos considerar que un Congreso que no tiene mayoría absoluta, es decir, más de la mitad más uno de congresistas de un solo grupo parlamentario, hace que el escenario conlleve a negociaciones permanentes que ponen en juego, además de los cargos ya mencionados, la presidencia de las Comisiones Ordinarias, que si bien deben distribuirse de acuerdo a la proporcionalidad de cada bancada, éstas podrían cambiar de “dueño”; es decir, si un Comisión estuvo a cargo de un congresista de una bancada, ésta podría cambiar hacia otro congresista de otra bancada.
Ello dependerá de los intereses que tienen las bancadas respecto a su agenda política. Otro aspecto que se negocia para la conformación de las listas para la Mesa Directiva es la conformación de Comisiones Investigadoras o Especiales, ya que hay bancadas que al no lograr la presidencia de alguna Comisión Ordinaria condicionan su apoyo a la creación de alguna de esas comisiones, pidiendo como es lógico la presidencia de esa nueva Comisión.
Pero lo más importante lo constituye el sesgo político que tendrá el nuevo presidente del Congreso que tiene a su cargo la agenda del pleno del Congreso y de su capacidad de manejo de cara a los temas y votos que se tendrán tanto en los asuntos legislativos como de control político al Poder Ejecutivo. No olvidemos que el presidente del Congreso personifica el Poder Legislativo y sus declaraciones políticas se interpretan como de todo el Parlamento, lo que genera corrientes de opinión que, dependiendo hacia donde vayan, podría ocasionar conflictos con otro poder del Estado o institución con rango Constitucional.
La Mesa Directiva en tiempo de fragmentación parlamentaria y con un Poder Ejecutivo sin bancada es un asunto serio por definir en estos días. Se pondrá en juego la astucia de los congresistas para las negociaciones, pero es el Poder Ejecutivo quién debe estar más alerta que nunca.
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