Vizcarra dentro de su propia trampa
Igual que los roedores más astutos, los políticos más avezados acaban metidos en trampas bobas. Así Martín Vizcarra ha terminado con los pies atrapados en su propia estratagema que consiste en tomar el control de todos los poderes del Estado.
Previo a la juramentación de Jair Bolsonaro y en el contexto permanente de exigir la renuncia de Chávarry, el presidente supuso de cajón que se destituiría a dos fiscales clave. Según consejo político y estrategia mediática de IDL, así quedarían ocultos los lesivos acuerdos ya suscritos bajo la mesa con Odebrecht en el marco de la colaboración eficaz.
Efectivamente llegó a ponerse contra la pared al terco Chávarry, quien se salvó por tan solo un voto en la Comisión de Ética del Colegio de Abogados. Sin embargo, la destitución de los otros fiscales no se dio, obligando al jefe del Gobierno a regresar de urgencia de Brasilia para presentar un proyecto de reforma del Ministerio Público, el cual denuncié como parte del golpismo en esta columna en agosto de 2018.
Consecuentemente el CAL y varios congresistas se pronunciaron contra la inconstitucionalidad de la iniciativa del Ejecutivo. Y frente a ello, cual mocoso con pataleta el premier Villanueva, sin éxito alguno, volvió a amenazar con el cierre del Congreso.
Nos enteramos, además, que Odebrecht pagaría menos de un 10 % de los daños causados al país, que ningún brasileño sería procesado, que personajes peruanos (como Toledo y PPK) serían excluidos del proceso y que los mismos corruptos quedarían habilitados para seguir contratando con el Perú.
En suma hoy oficialmente sabemos que es a este gobierno al que le interesa el encubrimiento de los delitos de Odebrecht y el consorcio de las constructoras, el blindaje de corruptos de alto vuelo como los dueños de las empresas constructoras asociadas con los brasileñas y el blindaje de políticos de izquierda aliados con el Gobierno.
Vizcarra ha querido convertir el Congreso de la República en simple mesa de partes, pero no se le está permitiendo; quiere también administrar el país como le da la gana, pero no puede; por tanto está claro: los mismos pulpines que hicieron de Vizcarra un ídolo de barro, pronto saldrán a las calles para impedir que aquí se dé el modelo chavista que todos repudiamos.