ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

¿Vox populi, vox dei?

Fecha Publicación: 18/08/2019 - 22:10
Escucha esta nota

Si hace cuatro años, alguien hubiera imaginado que el kirchnerismo regresaría por la puerta grande de una elección popular, le hubieran soltado una carcajada de incredulidad. Hoy, pese a las evidencias de uno de los mayores saqueos de la historia argentina, su lideresa sonríe de oreja a oreja, tras la renovada confianza electoral de “su pueblo” para seguir con el robo, más fino, esperemos.

Igualmente, pasa con la dupla Chávez-Maduro. El pueblo venezolano cuya dignidad sigue siendo avasallada por la dictadura populista, para no seguir sólo hablando de la quiebra económica, se aferra cual náufrago a un pedazo de madera flotante en medio de la marea recesiva, que le provee el régimen dictatorial.

El Perú no se libra de este “sentimiento” popular. Quien al final de los 80, alguien consideraba que aquel aspirante a flautista de Hamelin –que había jugado a ser el Nerón de la economía y terminó por parecerse más a Ali Babá–, se atreviera a repetir el plato, también era apanado por el escepticismo. Quince años después le dieron la razón. Y ni hablar, de quien a punta de “tecnología, honradez y trabajo” destruyó la naciente institucionalidad democrática, con la excusa de alejar el terror del país y salvar de las profundidades recesivas a nuestra quebrada economía, hundida por su antecesor.

Pero no solo el voto popular ha premiado a quienes les robaron sin asco, también ha entregado –llave en mano– las arcas fiscales a quienes en nombre del pueblo hicieron de la violencia, la amenaza y el terror su principal campaña electoral, avalada por las huestes de la autodenominada “izquierda democrática”. Allí están algunos ocupando alguna gobernación regional, un gobierno local o un escaño en el Congreso. El paso de tortuga de nuestra justicia recién está alcanzado a algunos de ellos, quienes ahora se esconden bajo el manto de la impunidad.

El populismo de izquierda o derecha sigue activándose en el mundo. El grado de madurez de la conciencia popular está bajo un severo cuadro de estrés post traumático. Al parecer, hoy las elecciones sólo le sirven para exhibir sus miedos y temores.

El Perú no ha tenido suerte con sus gobernantes. La mayoría de ellos optó por la senda populista, engordando su ego y avasallando lo que realmente da vida a la democracia: sus instituciones. Por eso hoy estamos como estamos: un Presidente de la República que quiere pasar a la historia hundiendo a sus enemigos “en nombre del pueblo” y una mayoría congresal que se aferra –con mocos y babas– a continuar saboteando a su contendor, mientras se siguen hundiendo en el hedor popular.

Puedes encontrar más contenido como este siguiéndonos en nuestras redes sociales de Facebook Twitter.