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“Voy a extrañar Lima”

Fecha Publicación: 11/02/2023 - 20:40
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“Y ya para terminar”, decía irónico cuando sabía que le quedaba tiempo para tres o cuatro poemas, y sonreía con ese gesto conmovedor que nos desarmaba a todos. Los años en Concepción le entregaron raíces, aquellas que durante décadas sintió que vibraban en alguna parte, menos en los territorios a los que fue sitiando con sus traducciones, la revista “Trilce” y las publicaciones de LAR. Era Chile, el Bío Bío, se trataba de Concepción, la tierra del sur donde instaló su biblioteca, la librería donde recibía generoso a sus amigos, la feria del libro y las presentaciones que tuvieron en él al más dinámico de los promotores. “Una tierra, debes aprender a elegir una tierra”, me repetía cuando le confesaba que escribo para pretender romper con mi desarraigo. Omar Lara es uno de mis padres poéticos. Todo lo que he hecho es también obra de Omar. Su confianza en mi trabajo como gestor cultural, su confianza en mi poesía, en mis actividades extraliterarias, sus consejos que fueron determinantes para resolver un etcétera de conflictos emocionales, su vocación por hacer del arte una pedagogía de la resistencia, han sido los elementos que me forjaron como este hombre que ahora intenta no quebrarse al recordarlo. Pienso en una palabra que resuma lo que quisiera decirle y esa palabra es “gracias”. Gracias por amar al Perú, gracias por hacer de Vallejo el motivo universal de su destino. Gracias por el grupo “Trilce”, gracias por la revista “Trilce”, gracias por los poetas que me presentó como una prolongación de su abrazo. Gracias porque por él conocí a Jorge Ariel Madrazo, a Jacobo Rauskin, Roberto Arizmendi, Juan Cameron, Clemente Riedemann, Carlos Ernesto García, Leticia Herrera, Benjamín Chávez, Hugo Francisco Rivella, Gabriel Cisneros Abedrabbo, y a ese equipo maravilloso integrado por Taty Torres Díaz, Miriam Leiva, Andrea Campos Parra, Adelina Belmar, Óscar Fierro, Frank Solo y David Avello.

Gracias por creer en la primavera poética, por los encuentros en Concepción, por nuestras caminatas en Lima, gracias por permitirme ser su editor, gracias porque nunca me trató como a un poeta joven, gracias por hablarme de igual a igual. Gracias por los libros, gracias por enseñarme que la nobleza también puede ser una virtud de los poetas. Gracias por detenerse en mis poemas, por las sugerencias para sanarlos. “Voy a extrañar Lima, pata querido”, me decía cada vez que se terminaban los días de visita. Sucedió así el 2006 cuando me lo presentó Arturo Corcuera, sucedió así el 2014 y el 2017 en la Primavera Poética, y sucedió así el 2019 cuando compartimos Ayacucho. Visitar Huanta, Quinua, el Obelisco, verlo asombrarse con las danzas de Huamanga, con la calle Asamblea, con el cielo limpio reflejándose en las tejas, son imágenes que quedan para recordarlo en paz, tranquilo, pleno de luz y de palabras.

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