¿Y ahora?
El largo confinamiento no desaceleró los contagios y más bien dejó a tres millones de compatriotas sin empleo, arrastrando a la pobreza, además, a buena parte de la fuerza laboral informal, es decir 70% de peruanos que se ganan el pan al día. El desempleo, sumado al empobrecimiento resultará, antes que después, en masivas protestas sociales, incremento de la delincuencia y más brazos disponibles para el narcotráfico y otras actividades ilícitas, porque este gobierno ni el próximo y tampoco el que le siga podrá revertir tremendo mazazo a nuestra economía.
El Perú ya no es más la atractiva estrella sudamericana para las inversiones: la calificadora Fitch nos ubica ahora como un país más riesgoso; el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta que la caída del PIB será cercana al 14% y el Instituto Peruano de Economía, IPE, la calcula en 15%. Las cifras son demoledoras, preocupantes y sitúan al Perú en el segundo lugar de deterioro económico de la región, detrás de Venezuela. Lo “curioso” es que el PBI peruano caerá hasta cuatro veces más que el de otros países de este lado del planeta. ¿Por? ¿Más robos, corruptelas, sobrecostos o qué?
Perú está con las cuentas en rojo, es la crisis económica más profunda de nuestra historia y el Gobierno no tiene una hoja de ruta para sacarnos del hoyo. Hasta ahora andan de saltimbanquis con unos inútiles paquetes de reactivación que ni siquiera se focalizaron en los sectores que sobrevivirán a la crisis porque, por desdicha, no todo lo que conocemos subsistirá tras la pandemia.
Una nota reciente en la revista Forbes-México señala: “hay una nueva normalidad que está pasando desapercibida y tiene que ver con la capacidad de crear las estructuras económicas y políticas para que podamos lidiar con eventos con baja probabilidad de ocurrencia pero que cuando ocurren tienen un gran impacto sobre la economía. La capacidad que ha tenido un virus de ponernos de rodillas por una mala gestión de riesgo es impresionante. Lo que se habría podido ahorrar de haber actuado a tiempo y con previsión hubiese sido nada comparado con el costo del daño a la economía y los programas de estímulo y rescate. La nueva normalidad implica repensar cómo diversificar el riesgo para una sociedad global e interconectada en la que la afectación de una parte no implique el colapso del sistema”.
A ver, sorpréndanos grata e inteligentemente, ingeniero Vizcarra. Ok, no.