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¿Y después de las elecciones, qué?

Fecha Publicación: 26/01/2020 - 21:40
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Al margen de la conformación de este nuevo Congreso y de las ideas que sus flamantes representantes quieran imprimir en su gestión, lo que viene en los siguientes meses será la agudización de la voluntad de Palacio de concentrar el poder y de o bien dejar un continuador de su grupo en la Presidencia o preparar todas las condiciones para que Vizcarra se reelija. Con los resultados de ayer, la gente que gobierna pretende dejar sentado que la oposición fuerte a su administración no es para nada rentable politicamente ni electoral mente. Que lo mejor es el colaboracionismo abierto o la ambigüedad de ponerse equidistante.

Dado el momento en que vive el Perú y acontecido podríamos afirmar que la labor central del nuevo parlamento debiera ser evitar que se pisotee nuevamente la Constitución, cuestión que no debiera ser negociable; pero además revisar lo hecho por el moqueguano en estos 4 meses. Claro que lo ideal sería que adicionalmente se plantease una rápida agenda social parlamentaria que implique el tema del código del trabajo para frenar el abuso laboral sobre todo frente a los más jóvenes, la articulación también de un marco normativo que propicie el combate a la delincuencia, el límite al abuso en el tema del costo de los medicamentos y leyes que promuevan al pequeño empresariado nacional.

Todo esto parece difícil puesto que la fuerza que ha resultado ganadora ayer, Acción Popular, ha sido ciertamente ambigua en sus planteamientos, por no decir que aparenta no tener ideas que puedan impactar socialmente en la vida de los peruanos, y -peor aun- ha jugado a no ser de ninguna manera crítica con el Gobierno, de expresar una neutralidad anodina e irresponsable. Apoya esta actitud la inexperiencia de su gente y el hecho que muy poca gente los conozca. Ello puede ocasionar que el Parlamento en su conjunto no revise mayormente los decretos de urgencia que ha emitido Vizcarra estos meses y que la lucha política parlamentaria no sea consistente en ponerle freno a una posible interpretación de un TC capturado que le dé a Vizcarra carta libre para su reelección. Hasta quizás puedan impulsar la elección de nuevos magistrados del Tribunal que sean dóciles al Poder Ejecutivo. Esperemos que al menos sean lúcidos en no permitir una mutilación mayúscula a la Constitución que la deforme y la haga servil a intereses coyunturales de grupo.
De llegar las cosas a este punto, lo que queda de la oposición democrática debe pensar en una gran confluencia para 2021 que proponga una perspectiva de cambio social y no se quede únicamente en la crítica. La unidad y la claridad programática parecen ser alternativas más viables que la dispersión y el solo señalamiento de los errores. La democracia debe defenderse y normalizarse en 2021, el Perú no merecería cinco años más de conducción vizcarrista que lo atrase.