Tras los pasos de Puno, autoridades del Cusco le hacen el juego a complotistas aymaras de Bolivia y apoyan en forma descarada a sediciosos que quisieron tomar el aeropuerto.
Dina Boluarte debe pagar el precio político de la falta de previsión de la violencia en el sur. «Mínimo deben renunciar el ministro del Interior y el de Defensa», señala Sheput.