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Ernesto Álvarez Miranda

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Su flexibilidad como modelo constitucional ha quedado demostrada en los foros académicos y en el propio MEF, donde ministros de Alan I, Toledo, Alan II y Ollanta, han podido desarrollar sus políticas económicas con el modelo alemán recogido por las Constituciones de 1979 y 1993.

El debate constitucional fue intenso en el año que concluye. Después de mucho tiempo, la parte ‘orgánica’ de la Constitución fue objeto de polémica a cargo de profesores que expresaron ante los medios interpretaciones contradictorias de los mismos hechos políticos; quedó expuesta así la peculiar naturaleza de la Constitución: pacto social y político y, al mismo tiempo, norma jurídica.

Vicente Ugarte me hizo reflexionar sobre las diferencias entre el politólogo y el constitucionalista: el primero, describe el fenómeno político tratando de ser imparcial para descifrar sus raíces y proyectar sus consecuencias sin sujetarse a prejuicios ideológicos, mientras que el segundo analiza los hechos y trata de interpretarlos desde una perspectiva interesada y absolutamente prejuiciosa:

Cuando ingresé a la universidad, el Perú había decidido que un tercio de la Asamblea Constituyente fuese integrada por políticos marxistas. Un porcentaje similar de mi aula aseguraba que, más temprano que tarde, el socialismo derrotaría al capitalismo y el mundo entero se organizaría bajo los principios ideológicos de Marx y Lenin.

Los partidos moderados, los de centro izquierda y los de centro derecha, muestran consternados su preocupación por el sorprendente avance de la extrema derecha europea.

Sócrates, previamente acusado de corruptor, fue condenado a beber cicuta por la asamblea hábilmente conducida por demagogos. Cuando sus discípulos le plantearon huir, se negó porque creía en la legitimidad de la decisión de su ciudad y el escape solo lo convertiría en un apátrida, en un individuo sin ciudadanía.

El golpe de Estado supone una fractura del ordenamiento constitucional, para permitir que una persona o grupo capture el poder o multiplique el que le ha sido democráticamente concedido.

El parlamentarismo nace en la Edad Media y evoluciona lentamente a través de los siglos, adecuándose a la realidad política y a las necesidades tanto de los detentadores del poder como de los grupos sociales emergentes.

Con la Constitución de 1828 el Perú decidió imitar la forma de gobierno presidencialista descartando la posibilidad de establecer un parlamentarismo al estilo europeo. Esa decisión la hemos mantenido hasta hoy, a pesar de las graves dificultades que nos ha causado.

Los países sudamericanos se fueron construyendo, desde la época de dominio español, en función a las experiencias históricas y a la evolución social y económica que cada uno tuvo que padecer.

El éxito del fútbol como fenómeno de masas se sustenta en su enorme capacidad de representación.

En el Derecho no hay una sola forma de interpretar las normas legales, por eso se puede observar a diario en las diversas Salas de la Corte Suprema a equipos de abogados debatiendo arduamente en torno a problemas civiles, penales o comerciales.

La mayoría de constitucionalistas nos conocemos; algunos somos de derecha, otros de izquierda y por supuesto, los hay quienes anhelan alcanzar la santidad kelseniana, la pureza frente a cualquier influencia ideológica.

Durante la Guerra del Peloponeso, el líder ateniense Pericles ofreció un discurso fúnebre después de una sangrienta batalla; en él, exaltó la superioridad de su comunidad respecto a la espartana, entre otras cosas, porque en Atenas prevalecían las leyes por encima de la voluntad de los hombres.

No recuerdo otro momento en el que la sociedad haya otorgado tanta importancia a la Teoría Constitucional, en especial al estudio de la parte orgánica, sin una asamblea o congreso constituyente en funciones.

El intento presidencial de adelanto de elecciones generales ha provocado efectos sorprendentes.

El pronunciamiento de un grupo de abogados constitucionalistas publicado el 24 de agosto realmente afectó la propuesta presidencial de modificación constitucional para adelantar las elecciones. Palacio tuvo problemas en encontrar voceros que arriesgaran su prestigio para construir argumentos de respuesta.

El Partido Republicano se radicalizó por la influencia del Tea Party primero, y luego por el liderazgo de Trump, que casi sin esfuerzo logró sumar al elector republicano tradicional el voto de los trabajadores que antes se identificaban con el Partido Demócrata, el que ha perdido a muchos de sus votantes moderados por comprometer su discurso con programas radicales en torno al aborto, la agenda

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