Con justificada razón, todos estamos conmovidos con el accidente de la alférez Ashley Vargas, cuyo avión se precipitó hace unos días mientras realizaba un vuelo táctico sobre la Reserva Nacional de Paracas. Sin embargo, ese terrible episodio ha abierto las puertas para una preocupante campaña en contra de la institucionalidad de la Fuerza Aérea del Perú. Y ante eso debemos estar atentos.
Hugo Guerra
De cara a las elecciones del 2026, la izquierda marxista opta por una estrategia peligrosamente radical en el sur del Perú.
La apuesta no es directamente por la lucha de clases y la monserga teórica del marxismo, sino por la resurrección del neoindigenismo.
Mientras Boluarte y el Congreso pierden legitimidad popular, está ocurriendo algo muy grave que pocos advierten: el Perú está en proceso de pérdida de soberanía y desintegración territorial.
Solo si dentro de 60 días Dina Boluarte llega en el cargo todavía como presidenta, el Perú se habrá salvado del mayor complot tramado por la izquierda roja y caviar: la vacancia.
No defiendo a la pésima mandataria, es apenas la sucesora del régimen senderista de Castillo y es una incapaz indolente frente a las urgencias del pueblo; pero ocupa el cargo constitucionalmente.
Hay momentos en la vida de la República en los que resulta inevitable adoptar medidas radicales para garantizar la paz social y la continuidad democrática. Y hoy estamos, precisamente, en una situación grave.
Con horror, cualquier ciudadano puede ver en las redes sociales los videos grabados por los propios criminales de la inmisericorde ejecución, con disparos en la nuca, de trece mineros artesanales secuestrados en Pataz, departamento de La Libertad.
Las elecciones del 2026 nacen manchadas, varios partidos en carrera han utilizado firmas falsas para inscribirse. Eso los ilegitima y exige una investigación profunda en el Reniec, órgano que nuevamente ha perdido la confianza ciudadana después de haber sido sindicado como una de las fuentes del fraude en 2021.
Todo fue una gran confabulación. El proceso a la “pareja presidencial” fue legal y legítimo, pero no tuvo el rigor debido por inconsistencias del adelanto de sentencia con los delitos imputados; y el asilo concedido a Nadine por Brasil ha evidenciado la complicidad de Boluarte en este caso de impunidad que humilla al Perú.
Cómplicemente, el mundo no ha condenado con entereza moral el caso más brutal de los tiempos actuales: el asesinato de la familia Bibas a manos de los terroristas de Hamás.
En la Conferencia sobre Seguridad de Múnich, el vicepresidente de EE. UU., J. D. Vance, ha dado una durísima lección de moral política y de rescate de los valores occidentales y conservadores a la burocracia de Bruselas, que está imponiendo una dictadura woke a la U. E.
Sin más preámbulos, extractos del discurso que harían bien en leer también los políticos peruanos:
Dentro del escándalo de la USAID, que puede resumirse en el desvío de fondos gubernamentales norteamericanos para proyectos no autorizados federalmente, resalta un tema singularmente clave para el interés de los peruanos: la existencia de una red de operaciones secretas orientadas a manipular a los medios de comunicación y la corrupción de periodistas como parte de una guerra intensa de operaci
En medio de la polémica alza de aranceles decretada por Estados Unidos, Donald Trump ha hecho una afirmación gravísima sobre lo evidente: que el gobierno de México es cómplice del narcotráfico y que, por tanto, podría ordenar la intervención militar extranjera para erradicar el crimen organizado.
Con la voladura de la sede del Ministerio Público en Trujillo y la espiral de violencia que envuelve al país, hemos llegado al punto de inflexión en la inseguridad ciudadana. Se requiere de medidas radicales tal como predica el congresista Fernando Rospigliosi.
El inicio de la segunda presidencia de Donald Trump es, en perspectiva, equivalente a la caída del Muro de Berlín en diciembre de 1989: augura un nuevo liderazgo imperial estadounidense a partir de la premisa del MAGA (Make America Great Again).
El presidente Trump ha anunciado una política que el Perú debería replicar de inmediato: bajo el liderazgo de Elon Musk se creará el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), a través del cual se pondrá fin al despilfarro fiscal, se recortará el presupuesto federal y se despedirá a miles de empleados públicos fantasmas o innecesarios. En nuestro país es vital hacer lo mismo.
Por fin vamos ganando una batalla más de la guerra cultural en el Perú: la estatua ecuestre del fundador de Lima, Francisco Pizarro, regresa a la Plaza de Armas capitalina para ser emplazada en el Pasaje Santa Rosa, mientras que la piedra o roca huanca que recuerda a Taulichusco, el último gobernante nativo de la urbe, pasa a su ubicación original al costado de Palacio de Gobierno.
Revisando las redes sociales encuentro cifras del espanto que nos recuerdan por qué el Perú se ha convertido en nación decadente. Aquí dos muestras:
En una estupenda videocolumna, el jurista y maestro Humberto Abanto explica que en poco más de once años hemos tenido 30 ministros del Interior: Humala 7, PPK 2, Vizcarra 6, Merino 1, Sagasti 1, Castillo 7, Boluarte 5.
Soy escéptico de las encuestas presidenciales porque históricamente sus resultados son imprecisos y cuestionables. Para muestra, la elección de Pedro Castillo, cuyo triunfo electoral —con fraude y todo— pasó bajo el radar demoscópico en 2021.