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Luis García Miró Elguera

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Luis García Miró Elguera

Martín Vizcarra, el presidente que descarriló al Perú de su exitosa carrera al progreso, se ha abocado temerariamente a impulsar una ofensiva golpista para disolver el Poder Legislativo e instaurar un régimen velasco-chavista.

En un mes debería estar definida la nueva Directiva del Congreso Nacional. Pero los días avanzan y las posiciones entre diferentes bancadas transpiran muy liadas. Para empezar Fuerza Popular sigue deshojando margaritas. Como si se tratara de jueguitos tontos.

Vicente Zeballos, ministro de Justicia, abandona su función para promover el regreso del socialismo. Veamos. Más del cuarenta por ciento del alrededor de 93,000 presos que existen en las cárceles del Perú no tienen condena judicial; la mayor parte de ellos incluso carece de acusación fiscal.

Los medios vendidos por la corruptela del avisaje estatal a un régimen que propicia el retorno de las empresas estatales –como cabecera de playa para alcanzar su plan máximo de reinstaurar el velasquismo– han instituido el vicio de las encuestas como palanca para recalibrar su línea mediática de acuerdo al interés que se persiga.

El oficialismo se rasga las vestiduras proclamando por calles y plazas que lucha contra la corrupción. Pero como todo lo relacionado con el vizcarrismo, es humo negro destinado a cegar a la población para “transformar” el Perú llevándolo a contextos semejantes a los nefastos tiempos de la dictadura velasquista.

Los jueces y fiscales peruanos que rodean la gangrena Lava Jato viven ensimismados sin fundamento. Quizá sólo por estar a cargo de esta trama se consideren unos divos. ¡Pero no lo son! Son funcionarios públicos. Pares del millón y pico de burócratas que pululan dentro del Estado, a quienes los ciudadanos les pagamos un sueldo para que trabajen para nosotros. ¡Jamás para ellos!

El firmamento ha vuelto a llenarse de nubarrones, después de haber sido país estrella para el mundo. Crecimos varios años a cotas sobre al 8 por ciento anual; redujimos en más de 50 % el índice de miseria que dejaron 30 años de socialismo puesto en valor a partir del golpe de Estado de Velasco, seguido por dos gestiones democráticas que lo sucedieron.

Dos ejemplos del caos peruano.

Quien ejerce un cargo público y yerra en aspectos de la historia nacional, no tiene sino dos explicaciones: o padece de amnesia o carece de interés por su país. Peor todavía si el desmemoriado resulta ser un jefe de Estado. Más grave aún, si asimismo resulta ser olvidadizo su primer ministro.

Este gobierno de repuesto le ha preparado la cama a la izquierda permitiéndole que siga adelante con su plan chavista del cambio de Constitución. Aquel objetivo es un antiguo anhelo del socialismo.

La farsa de gobierno democrático que tenemos permite que todo valga, con tal que el inquilino de Palacio permanezca atornillado al sillón presidencial, pegado con las babas de la progresía marxista que ha ocupado la sede –y todo el tejemaneje– del Ejecutivo.

Acaba de cumplirse medio siglo del robo más grande registrado en la historia del país: la reforma agraria.

El presidente Vizcarra y el primer ministro del Solar plantearon al Congreso la cuestión de confianza sobre una base bastarda. En efecto, Del Solar abrió así su presentación del martes en el palacio Legislativo: “Estamos aquí porque nuestro país sencillamente no puede seguir como está.

El presidente Vizcarra no ha tenido la valentía de lanzar él esa esperpéntica propuesta para que el Estado, el cleptómano Estado peruano, vuelva a ser empresario. Reafirma así su talante oscuro, urdiendo las cosas a escondidas a través de terceros, en lugar de tener el temple de decirlas él mismo. No, señor.

La amenaza formal de disolver el Congreso de la República está en marcha. Atrás han quedado los amagos y fintas del presidente de la Republica contra el Parlamento. Hoy tenemos fecha de cierre. Según el aún presidente del Congreso, sería este 4 de junio.

Los vizcarristas –que son muchos en las clases altas y fundamentalmente en el mundo del empresariado, al menos hasta ahora– son los grandes responsables de la debacle sociopolítica que ya se cierne sobre el Perú.

De vergüenza la declaración del presidente Vizcarra afirmando que no anima la disolución del Congreso. ”Yo no aliento el pedido de la población (sic) de cierre del Congreso. Espontáneamente lo dicen (sic). Yo digo no, vamos a respetar lo que dice la Constitución. No alentamos. Sabemos que hay medidas y procesos que vamos a cumplir uno a uno”.

Dando un giro copernicano –después de su lamentable desempeño respecto al fallo contrario a la ley que daba el puntillazo a la corruptela de la publicidad estatal, en claro respaldo al funesto régimen Vizcarra– el presidente del Tribunal Constitucional, Ernesto Blume Fortini, se pronunció de manera clara, concisa, valiente y determinante contra la inconstitucional arremetida del presidente Vizc

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