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Stuart Flores
La literatura sobre el mar es vasta e inaprensible. Dicho esto, urdir una novela exclusivamente sobre este asunto es —qué duda cabe— una empresa descabellada y peligrosa. Pese a esta advertencia, Alejandro Estrada Mesinas (Lima, 1943) asume el reto y perpetra una narración de esta índole en su más reciente libro, Tiempos de mar (Lluvia Editores, 2021).
Allá por el 2013, Michel Nieva publicó un libro de cuentos que, a lo mejor, causó alguna resonancia en su país. La repercusión, si es que la hubo, ha tardado ocho años en llegar a estas tierras.
El écrivain raté es una ave rara aquí y en algunos lugares más. Ave rara porque ha querido vivir de la escritura y no lo ha logrado, empeñando en el camino su tiempo y su silencio. Es raté porque, habiendo descolgado algunos premios, la luz de la gloria le ha sido breve y como opaca, de manera que no ha entrado al fugaz Olimpo.
Veinticinco años cumplió en 2020 una obra emblemática en nuestra literatura reciente: Blanco y negro, de Carlos Herrera. Era menester, por tanto, realizarle a esta novela unas merecidas bodas de plata. De esta labor se encargó La Travesía Editorial, cuyo trabajo de edición —hay que decirlo ya— nos ha otorgado un libro de ropaje bello.
Lunes 19. Tengo la sensación de que ya solo se habla de política, de que incluso viendo el bloque deportivo de los noticiarios también se habla de política, de que cada elemento que aparece en nuestros sueños tiene una razón o una interpretación política.
Lunes 12. Alguien tuvo que haber notado que estos diarios han variado de título. En lugar de «autor» he optado por la palabra «escritor». La nacionalidad sigue siendo la misma: polaca.
Lunes 5. Me estoy tomando unas vacaciones. Escribo este dietario. Leo por las noches. Duermo a las ocho de la mañana. El horario de escritura lo llevo en el organismo y es difícil de arrancarlo. Hoy me enteré de que vivo muy cerca de Lasagna.
Lunes 29. Jamás releo. Pero a veces, solo para mojar la punta de la lengua con alguna entrañable prosa, acudo a los libros de siempre. Hoy se me antojó un poco de Gracq, Las aguas estrechas. No lo encontré en mi biblioteca.
Si hay un género musical que me ha marcado y que, en consecuencia, me apasiona es el bolero. Pero hoy no he venido a hablarles del bolero en sí, sino de una de las películas peruanas que aborda a este género musical como argumento de su historia. Se trata de Bolero de noche. Cinta que fue estrenada hace diez años.
Mientras esperamos a que Los abismos aterrice en nuestras librerías locales, aquí han tenido a bien reeditar Caperucita se come al lobo (La Travesía Editora, 2021), extraordinario libro de cuentos de la autora colombiana Pilar Quintana.
En febrero de 1997, Bohumil Hrabal, ya recluido en el hospital donde pasaría sus últimos días, se cae del décimo piso mientras intenta dar de comer a unas palomas. Para ese entonces había dejado escrita una extensa obra, entre la que destacaba notoriamente la novela Trenes rigurosamente vigilados.
Winfried Georg Sebald, alemán establecido en Inglaterra, fue un notable académico y profesor de literatura, además de genial escritor. Al revisar algo sobre su vida uno se sorprende al enterarse de que falleció a causa de un accidente automovilístico.
Reflexionando junto a su esposa Yhma, Anatol dice: «en la clandestinidad mi obra ha madurado más y mejor que si me hubiera apresurado a publicarla». La afirmación del protagonista del cuento despierta en el lector no pocas cuestiones.
En Suicidios ejemplares, un célebre libro de cuentos del español Enrique Vila-Matas, destaca el relato intitulado «El arte de desaparecer», sobre el cual hace mucho quería escribir pues su reflexión sobre la escritura es, a mi parecer, más que elogiable.
Leer la novela antes de ver su adaptación cinematográfica siempre ha sido una de mis costumbres (una costumbre que ha devenido en obsesión con el paso del tiempo). Sin embargo, con ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, me sucedió todo lo contrario.
Hoy toca hablar de una de las novelas más representativas de ese prolífico escritor que es Erri De Luca: Los peces no cierran los ojos.
Crimen y castigo es quizá la principal novela por la cual uno accede al mundo de Fiódor Dostoievski (o, al menos, es lo aconsejable). En mi caso, el acceso no fue simple. Una amiga de la academia me la prestó y, por razones que ahora me cuestan explicar, jamás pude acabarla.