El PCM Walter Martos no representa, salvo a sus amigos más cercanos a nadie dentro de las Fuerzas Armadas. Juega por sus colores y no tiene mando real, de allí que es una falacia esparcida por la izquierda parásita aquello de la imaginaria “militarización del régimen”.
Hugo Guerra
Si uno fuese ajeno a la política peruana, daría pena escuchar a Vizcarra pidiendo unidad nacional tras la censura al Gabinete de Cateriano el Breve. Pero en la selva política sobran las lágrimas de cocodrilo.
Llegamos al bicentenario y no hay que celebrar. Por solidaridad con los caídos absurdamente, hoy nuestras banderas deben estar a media asta.
Lo visto el fin de semana en Arequipa grafica plenamente la situación extrema que vivimos en el Perú: los médicos y el pueblo repudian al gobierno por su pésima atención en la lucha contra la pandemia, la gente reclama desesperada por los muertos abandonados y Vizcarra huye cobardemente para seguir dando mensajes cargados de una esperanza irracional.
El gobierno de Vizcarra se acerca a su fin y desde ahora se advierte que, probablemente, deberá afrontar un juicio histórico por la falta de eficacia, la corrupción y la mentira en el manejo de la pandemia del coronavirus, en un contexto de crímenes de lesa humanidad.
Martín Vizcarra nunca entendió que “Gallina que come huevo, aunque le quemen el pico”.
Los pésimos resultados de la cuarentena abren paso a un agravamiento de la crisis nacional, porque al Covid-19 se le suma un grave enfrentamiento político y el desastre económico.
Hoy esta columna está dedicada a quienes dicen leerme y (salvo que sean troles) contestan diciendo que solo critico sin proponer en la lucha contra la pandemia.
Ante la falta de tanta comprensión lectora, aquí les repito lo que aun hoy día puede hacerse:
Estamos hartos de sus mentiras, Vizcarra. Reiteradamente usted y quienes le rodean dan falsas explicaciones sobre la lucha contra la pandemia, manipulan cifras, cuentan medias verdades sobre la cooperación internacional, defraudan a las autoridades regionales y municipales y, sobre todo, abusan del pueblo.
Esta vez no voy a revisar el desastroso manejo gubernamental de la pandemia. Solo subrayaré que la cuarentena extendida evidencia irrefutablemente la ausencia de estrategias funcionales, pésimas ejecuciones sectoriales, manejo ideológico del problema sanitario, corrupción, aplicación de protocolos de curación equivocados y el rechazo a que las FF.AA.
Los peruanos ya no aguantamos más, entramos a la cuarta prórroga de la cuarentena con hartazgo, desesperanza y mucha ira. No tenemos confianza en quienes encabezan la lucha contra el Covid-19; la realidad ha demostrado que son burócratas incapaces, corruptos e indolentes que no tienen liderazgo.
Ya nadie discute la estrategia general adoptada para la contención del coronavirus. Aunque con mucha tardanza inicial, el gobierno de Vizcarra está desplegando el manual de la OMS; pero en el plano operativo los resultados son muy dudosos:
Hemos cruzado ya la mitad de la cuarentena para hacer frente a la pandemia del coronavirus y eso permite una primera evaluación:
Siempre he propugnado que en situaciones de crisis extrema, las diferencias políticas se dejen en paréntesis, pues nada debe sobreponerse a la defensa de los sagrados intereses colectivos de la peruanidad.
La Ciencia Política demuestra que “en el gobierno despótico el superior es vil y el inferior está envilecido” y contra ello debemos rebelarnos.
Chile está en vísperas de la eclosión: aun si el cobarde Piñera cede en el cambio constitucional (después de 219 enmiendas del texto heredado por Pinochet) los subversivos seguirán presionando para imponer un régimen comunista. ¿En estas circunstancias las FF.AA. deben intervenir?
Alan García murió siendo un perseguido político traicionado por su propia gente.
El montesinismo trató de capturarlo pero no pudo. Tras el autogolpe del 5 de abril tuvo que refugiarse en Colombia. El autoritarismo le inició un proceso de extradición, pero la Suprema colombiana no lo entregó por falta de garantías judiciales.