La sociedad peruana contemporánea viene involucionando a pasos agigantados frente a lo que tradicionalmente han sido sus valores morales, principistas y democráticos, al margen del orgullo con que solía sobreponerse al poderoso ante el intento de callarla, menospreciarla o, peor todavía, herirla en su dignidad.
Luis García Miró Elguera
Como estaba calculado, mediante un ucase Vizcarra nombró embajador del Perú ante la OEA al nada diplomático Vicente Zeballos, inútil, alevoso, antidemocrático, golpista ex primer ministro que, junto con el trotskista ex ministro Zamora, encarnan lo peor de este régimen.
Ayer EXPRESO publicaba una severas declaraciones del presidente de la consultora Maximixe, el reconocido economista y ex presidente del BCR Jorge Chávez, quien ha calificado de “tragedia económica, social e institucional” el momento que vive el país.
La única manera de frenar la escalada del Covid en el país es apelando a la ciencia. Y la experiencia enseña que solamente las pruebas moleculares ofrecen la probabilidad para contener los altísimos índices de contagio y muerte que muestra nuestra realidad.
El tejido empresarial está resquebrajado. La actividad económica nacional lleva cinco meses en caída libre. Incluso grandes sectores –turismo y gastronomía, por sólo citar dos ejemplos– están catatónicos. El desempleo alcanza cotas nunca imaginadas.
Somos, oficialmente, el país con mayor índice de muertes por habitantes víctimas del coronavirus. ¡Todo un récord de vergüenza! Y en número de contagios, ocupamos un “honroso” sexto lugar en la tabla de posiciones mundial. El problema es que seguimos creciendo exponencialmente en ambos efectos.
El Comercio miente escandalosamente en su nota editorial de ayer, advirtiendo que el Congreso “se propone regular la publicidad estatal privilegiando criterios políticos sobre los técnicos”. Esa cantaleta ya la publicó la camorra mediática venida a menos cuando, alrededor de año y medio atrás, el Congreso aprobara la llamada ley Mulder, que puso término a la corruptela del avisaje estatal.
La progresía marxista, impulsada por el Foro de Sao Paulo intenta adueñarse no sólo de los gobiernos regionales, para consolidar la “patria latinoamericana” que pregonaba el impresentable Chávez, como antes lo hiciera su mentor, el asesino Fidel Castro.
A ver, presidente Vizcarra, si de una vez por todas entiende la gravedad del escenario en el cual usted y sus mamarrachentos colaboradores han colocado a esta nación.
A lo largo de la historia nacional, la presencia de los militares en el poder ha sido una constante; desde el primer militarismo en los primeros 50 años de la República, pasando por la presencia de los caudillos militares en el poder luego de la Guerra contra Chile, hasta el militarismo que surge en el siglo XX como expresión de la alianza política entre el Ejército en especial y la oligarquía
Cómo será de grave la coyuntura, que el siempre complaciente –por tanto ineficiente– Defensor del Pueblo tardíamente se dirigió al autócrata Vizcarra reprochándole porque “Cinco meses después de haber adoptado medidas, nos encontramos en el momento más crítico, con el sistema de salud colapsado, una extendida crisis social que afecta severamente los derechos fundamentales de las poblaciones más
El presidente Vizcarra ha creado un estilo de gobierno donde nadie es responsable de sus actos. La culpa de la cadena de barbaridades que se han dado a lo largo de estos dos años y cuatro meses de malhadada gestión es de la oposición; o de la ciudadanía. Pero jamás del presidente o sus ministros.
Hay mucha gente que rehúsa aceptar la grave encrucijada en que esta nuestra nación. Para empezar atravesamos una pandemia infernal –de pronóstico reservado– que tiene todos los visos de acompañarnos muchos meses más. ¡Y el pueblo no tiene manera de protegerse! Porque el Estado, que gestiona la administración Vizcarra, es incapaz de hacerlo.
La coyuntura pandémica nos mantiene obsesos en este desastre sanitario-económico que ha desatado la tontería de gobierno que tenemos, liderado por un espontáneo marca mayor apellidado Vizcarra. Sin embargo, siendo ambos problemas gravísimos, están muy lejos de ser las únicas plagas que ha atizado la incompetencia del régimen Vizcarra.
Los fracasados siempre responsabilizan a otros de sus necedades. El simplismo es su manera de esquivar sus tonterías, endosándoselas a terceros, poniendo tal cara de palo que obviamente llegan a creérsela muchos ingenuos que pueblan este infra educado país. Y Vizcarra es uno de los más destacados especialistas en endilgarle a otros la culpa de su macabra incompetencia.
Va a resultar mucho más dramática la recuperación del país en las condiciones en que se encuentra que el costo socioeconómico y político que implicó emerger de la quiebra –terrorismo incluido- de fines de los ochenta.
“Por sus obras los conoceréis”. Al flamante primer ministro, general ® Walter Martos Ruiz, se le percibió –durante su paso por la cartera de Defensa– como militar abocado a lo suyo. Intentó imponer orden en un régimen caótico, con inclinaciones a manejar al ciudadano con el puño firme.
La semana entrante la Comisión de Justicia del Congreso debatirá el pedido efectuado por la congresista Martha Chávez para que el Poder Legislativo oficie al Poder Judicial y al Ministerio Público, a efectos que, según las facultades de fiscalización que tiene el Parlamento, remitan al Congreso el texto completo del “Acuerdo con Odebrecht”.