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Luis García Miró Elguera

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Luis García Miró Elguera

2016. Reunión entre contralor Alarcón, premier Zavala y ministros Thorne y Vizcarra revela presiones y corruptelas tras el proyecto Chinchero. Rememoremos aquella cita.

Fernando Zavala: “Contralor, como le contaba, los dos ministros… Hemos hemos visto las desviaciones (¿”Desviaciones”?) que les ha llegado a 10 funcionarios...”.

Edgar Alarcón (Aclarando): “Catorce…” .

Pongámoslo en perspectiva. ¿Acaso Sunat ayuda a los evasores cuando los detecta?

La borrachera de poder de dos fiscalillos es lo que hemos comprobado estos últimos dos años alrededor de una escandalera cuyo costo moral y económico es incalculable: el affaire Lava Jato. Dos fiscaletes hollywoodenses que, so pretexto de perseguir a los responsables de tamaño asalto al Perú, usan la Fiscalía como instrumento coercitivo para criminalizar la política.

Dime de qué alardeas y te contaré de qué pie cojeas. Pues los aforismos populares no cesan de acertar. Este delirio del golpista Vizcarra que repite “Somos el único gobierno que ha luchado contra la corrupción” revela la verdadera entraña de este régimen, que se jacta de batallar contra la corrupción pero tiene inculpada –investigada o acusada- a buena parte de su cúpula política.

Soslayando sospechosos vínculos con la corrupción, evaluemos tres recientes casos de despotismo que transpira el régimen imperial de Vizcarra.

El “Club de la Prensa Peruana” lo encabeza El Comercio y lo conforman La República, los canales 2, 4, 5, 8, 9, 10, 11, alguno que otro medio más, el Consejo de la Prensa e Ipys. Este trust de poder político está abocado a comercializar tanto su línea editorial como informativa, a cambio de recibir favores del gobierno de turno.

Hace siete décadas, la insuperable pensadora y literata Ayn Rand pronosticaba un ciclo perverso que ahora corroe a buena parte de la humanidad.

Mucho despotrican contra la corrupción esos fiscales Vela Barba y Domingo Pérez. Se solazan enrostrándole este vicioso patrimonio a los opositores del gobierno golpista. Aunque la corrupción viene a ser un sucedáneo del ejercicio del poder, pero en forma pervertida. Veamos. El poder per se no se consigue exclusivamente a base de dinero.

La gente que no es de izquierda –pero está embobada con ese mensajillo fariseo del golpista Vizcarra- no comprende que los procesos “revolucionarios” necesariamente no tienen que ser violentos ni manifestarse a través de uniformados, tanques en las calles y toda esa parafernalia insurrecta que hemos vivido con los levantamientos de Odría, Velasco y Fujimori.

No solamente por la magnitud del asalto sino por las dimensiones de inmoralidad que acarrea, hace tres años que el affaire Lava Jato monopoliza la atención del peruano. Podría decirse que, aparte del caso Lava Jato, a la ciudadanía le interesa un rábano cualquier otro tema ligado a la corrupción que pudiera haber ocurrido –o incluso estar sucediendo- en el Perú.

La fiscal suprema Bersabeth Revilla evalúa abrir investigación al fiscal José Pérez y a los procuradores Jorge Ramírez y Silvana Carrión por delitos de cohecho, omisión de funciones, abuso de autoridad, prevaricato, falsedad genérica, colusión, negociación incompatible y organización criminal.

El régimen golpista necesitaba una gran cortina de humo para salvar –temporalmente, al menos- el escándalo que ha desatado un Informe de Contraloría, dando cuenta que una sala de la Corte de Arequipa ordenó al Ministerio Público pasar al mandatario Vizcarra de la condición de investigado a la situación de acusado.

¿Qué mejor pudiera haber para los peruanos que vivir en su país con expectativas de alcanzar una buena calidad de vida; sin la atosigante inseguridad social que pone los nervios de punta a cualquiera; sin este odio generalizado que ha polarizado de manera canalla a los peruanos dividiéndolos entre buenos y malos, sino propiciando un clima de tolerancia y concordia; con una economía que crezca 6

Autoritarismo, ineficiencias y estupideces aparte –características de las funciones que desempeña el régimen golpista de Vizcarra- ocurre que estamos delante de uno de los gobiernos más propensos al intervencionismo de los últimos tiempos. Por cierto, una combinación de prácticas antidemocráticas típicas de toda gestión progre-marxista.

El mandatario golpista debe estar sintiendo en carne propia los estragos preliminares de eso que significa verse en boca de la gente. Peor aún, en manos de sus opositores. Evidentemente el cierre golpista del Congreso formó parte de una artimaña defensiva de Vizcarra para que no lo investigue -o eventualmente destituya de la presidencia- un poder Legislativo cuyo control jamás tuvo.

A manera de “bomba” periodística El Comercio publicó ayer un refrito a toda página en su portada bajo el titular “Develan irregular pago en gestión regional de Vizcarra”. Pero sucede que EXPRESO había publicado esta misma noticia hace medio año.

El escenario peruano pinta mal. Porque aparte de una lista de problemas que veremos a continuación resulta que el gobierno autocrático de Vizcarra es absolutamente opaco e ineficiente. El avance en la reconstrucción del Niño Costero no alcanza aún el 18% y han transcurrido tres años. La situación de la Salud Pública es insostenible.

Denunciábamos días atrás que, clausurado el Congreso, el gobierno golpista se quedó sin el tonto del barrio a quien echarle la culpa de sus incapacidades y engañifas. Hasta que la semana pasada, el fiscal Domingo Pérez -partenaire del mandatario Vizcarra- le tendiera la mesa a su jefecito sirviéndole de postre la cabeza del empresariado.

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