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Ricardo Vásquez Kunze

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Durante casi una década el periodismo en el Perú se convirtió en su mayoría en la tribuna de los caviares y sus agendas de todos los pelajes. Desde una superioridad moral autoconstruida estos emitían sus opiniones calificando o descalificando hechos y circunstancias según sus agendas colectivas.

Si hay algo que no se pueden permitir aquellos que ocupan una posición de poder, social o política en esta vida es exponerse a la descalificación del adversario.

En un contundente pero breve comunicado, el Departamento de Estado ha tomado posición sobre la tesis del fraude en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en el Perú. No la avala.

Tal como lo ha afirmado el mismo Jurado Nacional de Elecciones, el proceso electoral aún no ha terminado, pues este no ha proclamado a ningún candidato como presidente de la República. Ha terminado el conteo de la ONPE al 100% con Pedro Castillo adelante por un par de décimas, es decir, 44 058 mil votos.

Girondinos y jacobinos, mencheviques y bolcheviques, chamorristas y sandinistas, un simpático y joven revolucionario Fidel Castro antibatista y un sanguinario, asesino y dinosaurio comunista, y Chávez cortado por la misma tijera.

Las máscaras han caído a raíz del execrable ataque terrorista de Sendero Luminoso en el poblado de San Miguel del Ene, en donde una columna de Víctor Quispe Palomino (a) ‘José’, al mando de su favorito el camarada ‘Carlos’ o ‘Darío’, un muchacho de apenas 17 años, masacró a 16 personas entre hombres, mujeres y niños.

Desde lejos se ven las cosas en perspectiva. Esta semana que llega a su fin ha estado cargada de hechos que favorecen indudablemente a la candidatura de Keiko Fujimori.

Más allá de la campaña que le quede por hacer a Keiko Fujimori de aquí al 6 de junio -teniendo en cuenta que el discurso anticomunista ya se agotó-, está la estrategia que sus aliados oficiales y oficiosos hagan por hacer implosionar a sus rivales que son dos: Pedro Castillo y Vladimir Cerrón.

La campaña de Keiko Fujimori se está pareciendo a la del Fredemo de Mario Vargas Llosa en 1990. Y la de Pedro Castillo a la de Alberto Fujimori (ambos llegaron por la izquierda), con tsunami de última hora y bacalao incluido. Todo el establishment político y económico está con Keiko, mientras los sectores AB y los mesocráticos se han puesto la camiseta blanquirroja contra el comunismo.

En una memorable escena del Padrino 2, Michael Corleone interrumpe la distendida fiesta de cumpleaños del mafioso judío Hyman Rhode en un hotel de La Habana, y le dice a la cofradía de mafiosos que buscan invertir en la isla-burdel, que ha visto algo que le llamó la atención cuando llegó.

Mi contribución a esta campaña electoral ha sido dar a conocer dentro de los enormes límites que tiene la prensa independiente a los diferentes candidatos al Congreso y a la presidencia, así como sus planes de gobierno.

El señor López Aliaga dijo que Mónica Delta tenía “fotos amorosas” con Vizcarra y que vivía de la mermelada.

En la recta final de campaña y a escasos días del 11 de abril la justa empieza a develar virtudes y falencias. Las virtudes son, como quien dice, milagros, pues en el Perú de hoy no existen campañas profesionales propiamente dichas, lo que marca las gruesas falencias que las dominan.

Keiko Fujimori se la pasó tres cuartos de entrevista en una actividad en San Juan de Lurigancho explicándole a la prensa sobre el porqué todavía mantenía como candidato al doctor Aguinaga, el mismo que se vacunó contra el coronavirus junto con su esposa por ser “población vulnerable”.

El tema central de esta elección es que los caviares se han quedado sin representación electoral. Sus candidatos se han desmoronado o no han despegado.

El debate actual de que los privados puedan comprar vacunas no tiene sentido en la medida de que hasta ahora es casi imposible. Otra vez lo que debería ser un intercambio de ideas productivo, se convierte en un sainete ideológico donde la cereza de la torta la ponen la derecha antivacuna, plegados con una gran ostra a ese debate.

Los caviares desde su red han impuesto su dictadura del placet en materia de moral en el Perú y el mundo. Ellos son la reserva que se guarda la última palabra para decir quiénes son los buenos y quiénes los malos en política, ciencia, cultura, literatura, periodismo, sociedad y justicia, entre otros.

La reivindicación de Manuel Merino y de Acción Popular, así como de los 105 congresistas que votaron por la vacancia moral del lagarto, favorecerán, paradójicamente, a Yonhy Lescano. Pues no olvidemos que este es antimerinista y está peleado con los señorones de AP, así como que no apoyó la vacancia del lagarto y, más bien, estaba en buenas migas con ese reptil.

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