EXPRESO publicó ayer en exclusividad el audio completo en el cual el aún presidente Vizcarra se despacha con los sediciosos de Arequipa para complotar contra la minería en particular, y el Estado de Derecho y la Democracia en general. Un dechado de conspiraciones dirigidas a que el propio jefe de Estado actúe como dinamitero de las disposiciones aprobadas por su mismísimo gobierno.
Luis García Miró Elguera
Repasemos. 1) Escandalosa la corruptela que transpira esta abyecta transacción entre Odebrecht y los fiscales Vela y Pérez, consistente en un acuerdo secreto parcialmente conocido a través de una homologación judicial que, ciertamente, perjudica al Estado. 2) Repele esta insolente defensa de ambos fiscales que, de la mano de Vizcarra, hace la camorra progresista liderada por Gorriti.
Los ineptos que se aúpan al poder son los culpables del desastre de sus naciones y la desgracia de sus conciudadanos. Vizcarra es un ejemplo. Según el pepekausa Carlos Bruce, el kitchen cabinet que asesoraba a Pedro Pablo Kuczynski en la campaña electoral recomendó matizar la plancha presidencial con un provinciano. Suficiente con dos blancos: Kuczynski y Meche Araoz.
Actuando como jefe de la sedición, reunido secretamente con las mentes atrabiliarias que mantienen Arequipa en abierto estado de rebelión, Martín Vizcarra confabuló con la dirigencia de una turbamulta antipatria para traicionar a las mayorías nacionales.
Las grandiosas reformas políticas que planteó el postizo presidente Vizcarra acabaron siendo lo que siempre fueron: una escusa para disimular su incapacidad como jefe del Estado.
No hay deuda que no se pague, ni plazo que no se cumpla. Resulta absolutamente vana la resistencia que viene haciendo el presidente Vizcarra –con miembros de su gobierno, sus asesores progre-marxistas y la prensa corrompida por el avisaje estatal–para evitar que el caso Lava Jato le estalle en las manos.
La verdad de la milanesa es que Martín Vizcarra está arruinando al Perú. Pero si algo de vergüenza tuviera –y sentido de responsabilidad hacia los 30 millones de peruanos– debería renunciar y dejar que ocurra lo que sucedió cuando hizo lo mismo su exjefe, Pedro Pablo Kuczynski: que siga el trámite constitucional y su vicepresidenta acceda a la jefatura del Estado.
En uno de los países menos educados de la región –incluso con capas mal educadas- como el Perú, la creación de mitos –buenos y malos- es algo muy sencillo de alcanzar. La incultura es, entonces, el caldo de cultivo para la distracción y para la manipulación de los pobladores de estas sociedades bastas e ignorantes.
A través de las redes sociales, la opinión pública viene expresado su total repudio a la prensa corrupta vendida al oficialismo. Asimismo se ha desvanecido esa fanfarronería, hipocresía, soberbia y sonrisa con que los progre-marxistas –o caviares– recibieran la proclama de Vizcarra convocando a elecciones para abril del año veinte.
La prensa sobornada, adicta a llenarse los bolsillos, sea chantajeando al gobernante de turno para conseguir prebendas –ocurrió cuando El Comercio colocó al borde del impeachment a quien fuera su engreído, el corrupto Toledo, hasta que éste transigió entregándole canal 4; y/o sirviéndole de felpudo al presidente para cebarse con la publicidad estatal, tal como se comportan La República
¿Recuerda, amigo lector, ese talante puntilloso, celoso, intolerante y amenazante que transpiraban durante los noventa los progre-marxistas o caviares respecto al gobierno de Fujimori? ¿Se acuerda de algunos motes pegajosos -como el de la “interpretación auténtica”- que pregonaba esta progresía marxista para fulminar a quienes se oponían a sus ucases?
Es evidente que la llamada prensa chicha de los tiempos montesinescos es la prensa corrupta de ahora.
Tras año y cuatro meses como jefe de Estado, el postizo presidente Martín Vizcarra se dio cuenta de su incapacidad para gobernar el Perú.
En el colmo de la irresponsabilidad, temeridad y autocracia, el presidente Vizcarra se ufana de que el pueblo le pide que “cierre el Congreso”. Pero quien sostenga esto por calles y plazas –es más; aquel que aliente a quienes coreen esta grita totalitaria, como hizo Vizcarra ayer durante su baño de multitud en el Desfile Militar– es un golpista y un necio.
El Mensaje a la Nación de Vizcarra fue intrascendente, vacío, falsario y demagógico. Salvo, claro está, la propuesta golpista pronunciada al final. El típico paso atrás, dos adelante del marxismo. La oposición política y mediática había desbaratado la arremetida de Vizcarra para disolver el Congreso.
En medio del descalabro de nuestra clase política –originalmente inducido por el expresidente Pedro Pablo Kuczynski y retroalimentado por el actual mandatario Vizcarra, en una demencial carrera por dinamitar al Poder Legislativo para destripar a la oposición– en medio de semejante zafarrancho, decíamos, el viernes el Perú asistió a un evento digno de ser resaltado, aplaudido e imitado, como eje