Reiteramos. Nuestro Estado está confiscado por fuerzas exógenas. Esta democracia de papel que, ante las audiencias nacional y extranjera, funge de un sistema republicano que impera en el Perú, no es sino otra farsa montada por la progresía caviar marxista.
Luis García Miró Elguera
Resulta verdaderamente estrambótico, aunque por encima de todo, patético, que un porcentaje que roza el 20% del estrato A del Perú vote por sus archienemigos: los rojos. Porque, aunque la mona se vista de seda, los zurdos detestan, aborrecen a todo aquel que, por angas o por mangas, clasifique en la, para ellos, maldita clase A.
La deplorable situación sociopolítica-económica del país no es fruto del azar, ni consecuencia de la naturaleza o de alguna fuerza divina. ¡Es, sencillamente, culpa de los peruanos! Tanto de su ralea política como, muy en especial, del mismísimo ciudadano de a pie.
Según un informe del Fondo Monetario Internacional fechado enero 2020, la economía peruana YA venía mostrando signos preocupantes. Sinteticemos.
No tiene límite el cinismo del aún mandatario Sagasti. Es testigo de esa monumental violación a sus derechos humanos a la que continúan expuestos los peruanos pasivos del Covid-19 que, con suerte, consiguen salvar sus vidas. Sin embargo, ni pestañea. Más bien ignora olímpicamente el crimen de lesa humanidad que él -como antes Vizcarra- viene perpetrando.
Después de un siglo, el planeta Tierra volvió a ser víctima de una verdadera pandemia.
Actuando de manera ladina y oculta, apenas cuatro meses antes de terminar su accidentado y siempre mal ponderado mandato, la desconfiable premier Violeta Bermúdez dejaba sembrado el sello de compromiso de la gestión Sagasti con los progre-marxistas caviares.
Nuestro mundillo sigue dirigiéndose al caos por culpa de unos malandrines que se hicieron llamar presidente de la República, jefe de Estado, mandatario o lo que fuere. Hablamos entonces de una gavilla de facinerosos que se apropió del país para hacer solamente lo que convendría a sus intereses. ¿El pueblo? ¡Que arree!
Como bien acertara una nota de EXPRESO, las instituciones democráticas de nuestro país han sido “avasalladas, producto de su propia corrupción.” De otro lado, el comunismo se ha infiltrado “de manera sistemática y progresiva en el aparato estatal y en los gremios laborales y sectores populares”.
Cayó in fraganti la presumida conductora de los canales de la corrupción 4 y 8. Ella que siempre se ha considerado la encarnación del politicocorrectismo, denostando además a quienes, a su criterio, perforaban la libertad de prensa, opinión y difusión, a la vez que pisoteaban esa norma vertebral del verdadero periodismo, que obliga a distanciarse del poder de toda naturaleza.
Lo decimos siempre, pero resulta indispensable recordarlo una y otra vez. Mientras la progresía marxista o caviar siga enquistada en, y dominando al aparato jurídico del Perú, en nuestro país no existirá Justicia con mayúscula.
El populismo desatado por unos improvisados congresistas, hijos del golpe de Estado que dio el impresentable Vizcarra, ha sido exacerbado por las elecciones. Y sin duda, muy probablemente por el afán de dejar constancia de que no fueron unos legisladores pasajeros -en estos escasos meses que han ocupado sus curules- sino que pretenden marcar territorio muy a su manera.
El miserable Vizcarra no ingresó antier a la cárcel, como se esperaba que ocurriese. No siguió el ejemplo de lo que les sucedió a Humala, Fujimori, Kuczynski, Villarán y tantos otros investigados VIP, contra quienes la Justicia ordenó prisión preventiva a pedido del equipo fiscal especial Lava Jato, del que forma parte el fiscal Germán Juárez Atoche.
El desamparo en la nación ha llegado a su clímax. Nos ha dejado el último de los grandes, de los verdaderos, de los naturales titanes de nuestra política. Un peruano auténtico, campechano, vertebralmente honesto, mentalmente muy estructurado llamado Luis Bedoya Reyes.
Desde el año 2015 venía siendo investigado el miserable Vizcarra por fiscales de Moquegua. Su paso por la gobernación le abriría las puertas a la corrupción. Sin embargo, también él tuvo la oportunidad para hacerse de “amigos”. No sólo en esa institución, sino en otras dependencias del Estado. Incluyendo la Fiscalía regional.
Quien exhiba el mejor programa de gobierno para acabar con la sinvergüencería de todos esos corrompidos que, soterradamente, siguen burlándose del país -como son Odebrecht, José Graña Miró Quesada, Toledo, Humala, el club de la construcción, Vizcarra, etc.- apelando al poderoso caballero don dinero, al maniqueísmo de la prensa venal que lideran El Comercio, La República, canal 4, etc.; al efíme
China no debe permanecer de perfil tras lo ocurrido en el Mundo por el Covid-19.