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Manuel Romero Caro

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Mientras el Gobierno y el Congreso están pendientes de la nariz de Dina Boluarte, en el mundo se están acelerando hechos que podrían afectar nuestro futuro.
Washington y Occidente han iniciado una peligrosa nueva etapa de la guerra financiera contra Rusia y China, que podría ayudar a estos países en el resultado que parece que están buscando.

Siempre he pensado que Dina Boluarte era una izquierdista convencida, como lo demostró durante todo el gobierno de Castillo. Para ello, solo debemos recordar su ya famoso discurso en el Foro Económico Mundial, cuando despotricó en contra de la inversión privada, especialmente la extranjera.

El Acuerdo de Colaboración Eficaz con Odebrecht (ACO) ya ha superado largamente su 5.º aniversario, ya que se firmó en febrero del 2019. Y no creo que haya nadie imparcial que sostenga que ha sido un éxito. Se le ha entregado demasiado a la constructora brasileña y a sus principales ejecutivos a cambio de muy poco, e inclusive posteriormente llegó la decisión de ya no seguir colaborando.

En un adelanto de lo que sería el enfrentamiento China versus EE. UU.

Una vez concluida con éxito la cumbre del APEC en Lima, corresponde mirar al futuro. Si bien dicho evento estuvo marcado por la defensa del libre mercado, ese no sería el panorama que nos espera en lo referido a las relaciones con los EE. UU. Las opiniones críticas sobre las políticas que Donald Trump aplicaría estuvieron presentes.

Hasta que por fin llegó la tercera cumbre de APEC en Lima y la inauguración del puerto de Chancay, con las confirmadas presencias de varios jefes de Estado, entre los cuales indudablemente destacan los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de China, Xi Jinping.

Ya en nuestro artículo del 19.08.24: “China presiona a Perú para que financie el Tren Bioceánico”, y en otros, hemos señalado que, con la creciente influencia que tiene China en nuestro país, terminaría imponiendo su punto de vista sobre lo que le conviene. Y lamentablemente tuvimos razón.

Con motivo de la reciente condena al expresidente Alejandro Toledo a 20 años y 6 meses por corrupción y lavado de activos, se han reanudado las críticas acerca de que Perú es un país muy corrupto y que tiene a todos los expresidentes elegidos por el voto popular con investigaciones por corrupción.

Al efectuar el balance de la primera década de la iniciativa de la Ruta de la Seda, especialmente marítima, el tema que más llamó la atención fue el explosivo crecimiento de los puertos chinos en el exterior, que se había más que duplicado durante dicho período, habiendo superado el centenar.

En relación a la compra de aviones de combate, hay que tener en cuenta que, al entrar en operación el megapuerto de Chancay, algunos de nuestros vecinos, especialmente Chile, sentirían que sus intereses resultarían afectados. Y en el caso de nuestro vecino del sur, hay que considerar que el problema trasciende el tema de Chancay.

De la lectura de la entrevista concedida por el embajador chino a Gestión (30.09.2024), se deduce claramente que con la inauguración del puerto de Chancay y la firma del TLC “optimizado” con China, se iniciaría una segunda etapa de nuestras relaciones con el gigante asiático, en la que se busca tener una mayor apertura entre ambos gobiernos, donde “no solo (se) construyan ferrocarriles, sino ca

Así como tenemos una política de Estado exitosa en materia portuaria desde el 2003, cuando se promulgó la Ley General de Puertos, que permitió que todos los gobiernos desde esa fecha avanzaran en la misma dirección, aunque tuvieran diversas ideologías u orientaciones, lo que nos está llevando a asegurar la preeminencia peruana en el Pacífico Sur.

Nunca, como la semana anterior, se evidenciaron tanto las crecientes limitaciones de Dina Boluarte y su gobierno: el Congreso le negó permiso para viajar a la ONU (Nueva York); cometió un grave error en el Mensaje a la Nación, diciendo: “de los 38 incendios activos a la fecha, están activos solo 38” (todo parece indicar que no tiene idea de lo que lee); el PCM Adrianzén anunció que no era neces

Como es obvio, al megapuerto de Chancay le resulta sumamente importante contar con Brasil y su comercio exterior como cliente, sobre todo para las etapas posteriores a la que se va a inaugurar.

Nunca como la semana pasada se ha visto a Dina Boluarte tan prisionera de personajes como Vladimir Cerrón y César Acuña. En el primer caso, que constituyó la mayor sorpresa, el prófugo Vladimir Cerrón ni se tomó la molestia de ocultar ante la luz pública su satisfacción por la salida del ahora excanciller Javier González Olaechea, vía Twitter.

Dentro de pocos meses, la ciudad y el puerto de Chancay recibirán a decenas de miles de personas que demandarán, además de los servicios portuarios, comida, servicios de salud, educación, caminos, agua y desagüe, seguridad ciudadana, etc. El sector público no podrá satisfacer dichas necesidades porque ha fracasado en prepararse a tiempo.

Hace poco escuché a Fernando Cillóniz, en una entrevista en El Montonero, mencionar que nuestro agro tiene dos ventajas “divinas”: la primera es la corriente fría (Humboldt), en la que no se produce evaporación, y la segunda es la cordillera de los Andes, que impide que las temperaturas más tropicales afecten a la costa.

Con menos de tres meses para la inauguración del puerto de Chancay por el presidente Xi Jinping, en la que se espera que el mandatario chino anuncie una serie de importantes proyectos para fortalecer las relaciones comerciales entre China y Perú, el anuncio del principal proyecto, el Tren Bioceánico Brasil-Perú (TB), no parece estar en la agenda para dicha ocasión.

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