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Marcos Ibazeta Marino

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Estamos por cerrar el plazo del aislamiento social con toque de queda incluido, adoptado por el gobierno como una necesaria medida de prevención y control contra la propagación del Covid-19 en el país y es necesario hacer una evaluación crítica e imparcial, absolutamente objetiva, de sus resultados.

En nuestra columna de la semana pasada hicimos un análisis crítico de la situación que iba a desatar la presencia del coronavirus en el país por la absoluta imprevisión gubernamental que se puso de manifiesto cuando el Presidente comunicó la detección del primer caso en el Perú y nos dijo que estábamos preparados y que confiáramos en nuestro sistema de salud a sabiendas que este ya había sido d

Hablar sobre el desgobierno existente ya casi es una tautología porque ni se percibe gobierno como tampoco la ejecución de planes en función de políticas definidas, es decir, estamos, como lo venimos diciendo desde hace bastante tiempo, en nada.

Para nadie es un secreto que, gracias al apoyo que brindó, en todo sentido, a los presidentes Toledo, Humala y ahora Vizcarra, el caviarismo, esa izquierda que apuesta por la pobreza de los demás, pero está allí donde abunda el dinero y disfruta de él, ha logrado apropiarse de casi todas las áreas del Estado, imponiendo como funcionarios y ministros a sujetos que formaban parte de ese grupo, si

Con los desastres naturales que nos agobian por sus secuelas de muerte y destrucción frente a un gobierno que ha demostrado ni saber reconstruir lo dañado, menos prevenir el daño, de modo que no cabe sino esperar a que pase la hecatombe de huaicos, temblores, incendios, asaltos, inundaciones de poblados enteros con muertos y desaparecidos, amén del mal recuerdo de la deflagración del gas en Vil

Lo sucedido en el curso de los últimos días ha terminado por demostrar que Odebrecht sigue controlando el poder en el Perú.
Contratos van y contratos vienen, coimas por aquí y más coimas por allá, latrocinios públicos salvajemente vulgares en el caso del club de la construcción, hasta que saltó la liebre en torno al gasoducto del sur.

En nuestra columna de la semana pasada expresamos nuestra alarma por lo que denominamos un atragantamiento del poder por parte del Ejecutivo, léase presidente Martín Vizcarra, desde donde, actuando con brillante estrategia cuya ejecución se facilitó con una oposición que jamás estuvo a la altura de las circunstancias, ha conseguido el control de todas las instituciones del Estado, así como el a

El gobierno del presidente Vizcarra ya está controlando todo el aparato estatal luego de un impecable juego estratégico de pinzas para ir rodeando a todos sus adversarios, dividirlos, enfrentarlos con la población vía medios sumisos de comunicación masiva, someterlos por miedo o por interés y, en ciertos casos, demolerlos hasta eliminarlos del escenario como en el caso del Congreso.

Desde la caída del régimen fujimorista hemos venido asistiendo a la entronización del poder caviar en todo el aparato estatal, con un evidente ejercicio del poder político a través de títeres de turno que aquel promueve como imagen y luego introduce en las lides electorales borrando antecedentes, por más cuestionables que sean, siempre y cuando terminen arrodillados ante su poder.

A todos nuestros lectores les consta que siempre hemos venido defendiendo la idea de la consolidación institucional del país, rechazando todo intento de control de la institucionalidad nacional.

Mientras no tengamos el coraje para construir, consolidar y respetar la institucionalidad constitucional en democracia frente a cualquier estímulo sea cual fuere la naturaleza de éste, nuestro futuro como país se perderá en la mediocridad de seguir siendo menos que segundones en todo, cediendo liderazgos a cualquier otro país vecino o no vecino que se respete como tal y cuyas instituciones sean

Todo el Perú apoyó la promesa gubernamental de ir a una profunda reforma del sistema de justicia y mucho más cuando se hicieron públicas conversaciones indecorosas sobre groseros actos de tráfico de influencias y otros graves cuestionamientos legales, éticos y morales contra los miembros del entonces Consejo Nacional de la Magistratura, magistrados de la Corte Suprema, Fiscalías Supremas, altos

Estancado está el Perú con tanta demostración de incapacidad para ejercer funciones de gobierno para paliar el sufrimiento de toda la población peruana, en vez de actuar como si la política solo sirve para perseguir a los adversarios hasta destruirlos, utilizando un aparato fiscal de incondicionales funcionarios que hacen muy bien su trabajo discriminador olvidando el sagrado principio de igual

Mirando en retrospectiva la actitud de ministros, consejeros, ayayeros y demás cortesanos del gobierno de turno, nos encontraremos con personajes que hacían alarde de una enfermiza incondicionalidad para defender lo indefendible para justificar los actos de sus líderes, renunciando a toda actividad mínimamente racional y crítica para ubicarse en el real contexto de responsabilidades, bloqueando

En su momento y a través de esta columna, nos hemos pronunciado por la necesidad de ir a una reforma del sistema de justicia, pero no en tiempos turbulentos, sino con una adecuada estabilidad institucional para no crear zozobra funcional y menos desaliento social.

En nuestra columna de la semana pasada decíamos que, si bien es cierto estamos en guerra contra la corrupción, nos preguntábamos si el Gobierno había entendido que esta guerra del pueblo es contra todos los corruptos y no solo contra los adversarios del poder de turno, porque existe un evidente hálito de favorecimiento a los amigos que, con el caso del ex primer ministro Villanueva, se refuerza

Desde que se desató el escándalo Odebrecht, tanto por su actuación como financista de muchas agrupaciones políticas y de muchos políticos a título individual, como por la corrupción de las más altas autoridades de los gobiernos de turno para, vía millonarias coimas, tomar el cuasi monopolio de las más grandes obras públicas ejecutadas en el país, tanto que un ministro del régimen humalista, sin

A través de esta columna siempre hemos apostado por el respeto a la institucionalidad, pero sometida a un eficiente, oportuno y efectivo sistema de control para mantener la solidez del Estado de Derecho y erradicar cualquier atisbo de arbitrariedad o deseos de concentración de poder que lleva indefectiblemente a una dictadura.

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