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César Campos R.

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Periodista Profesional y colegiado, egresado de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Con más de 35 años de experiencia como director y editor de diversas publicaciones nacionales, director y productor de programas radiales y de TV.

Lo que más hilaridad motiva de este cuadro churrigueresco suscitado por la juramentación del segundo Consejo de Ministros del gobierno de Pedro Castillo, es recordar el famoso tuit de Guido Bellido señalando que el canciller Óscar Maúrtua y el viceministro de Relaciones Exteriores Luis Enrique Chávez tenían “las puertas abiertas” para alejarse del Gobierno, por sostener una verdad monda y liron

Resultaría explicable que el título de esta columna haga presumir el abordaje de la ausencia de nuestro presidente, Pedro Castillo, su condición de holograma incapaz de arbitrar los encontronazos al interior del Gobierno y su actitud subordinada al imperio de Vladimir Cerrón junto al de los disparatados Guido Bellido y Guillermo Bermejo.

“Los que pisan el umbral de la vida se juntan hoy para dar una lección a los que se acercan a la puerta del sepulcro”.

La sesión inaugural de la VI cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) ha sido un termómetro para medir los grados de fiebre que tiene el discurso demagógico y populista en esta parte del hemisferio. Y vaya que la temperatura es alta pero todavía ajena al extremo de las náuseas, el delirio, la taquicardia o el coma.

Digamos algo claro: Abimael Guzmán Reinoso no ha muerto ayer. Solo ha empezado a morirse por la vía natural de lo que consideramos la extinción de un ser vivo. Su corazón se detuvo, dejó de respirar, ninguno de sus órganos es irrigado por la sangre. Sus restos caminan hacia la putrefacción o la incineración. La verdad no importa el destino de ellos.

No dejan de sorprenderme los márgenes de buena fe con los cuales diversos analistas del acontecer político nacional esperan o recomiendan un cambio de rumbo al presidente Pedro Castillo, vista la suma de acciones provocadoras y disparatadas que caracterizan su primer mes de ejercicio gubernamental.

En la película “Su Excelencia”, el notable Cantinflas protagoniza el rol de un funcionario de tercera (llamado Lopitos) de la supuesta embajada de la república de los Cocos en Pepeslavia (la antigua Unión Soviética) que, merced a sucesivos golpes de estado en su país, llega al cargo de embajador en una sola noche durante el transcurso de una cena oficial.

“Pedro venía con la mañana a cuesta / pensando en la Juana para la siesta”. El afamado cantautor ítalo-argentino Piero visualizaba, a través de estas líneas, a un campesino “de campo ajeno”, quien “tenía en las manos trigo de lunes”, el cual proclamaba que “mi patria es el surco” y venía “del arado, de la miseria”.

He aludido muchas veces a una característica importante del peruano común. Ella es la convicción de que Dios, los astros, la providencia o cualquier sortilegio acomoda nuestro destino y, por lo tanto, solo debemos vigorizar nuestra fe para que alcancemos metas superiores.

Este viernes 13 de agosto, se conmemoran 500 años de un episodio histórico determinante en la vida de los pueblos americanos. Lo sintetiza maravillosamente una placa que se exhibe en la zona arqueológica de Tlatelolco, ubicada en el área norte de la ciudad de México, frente a la iglesia de Santiago.

Las cartas echadas con la inauguración del gobierno de Pedro Castillo Terrones, reafirma el escenario inevitable que algunos advertimos, apuntando siempre al desfallecimiento estructural de nuestras instituciones públicas el cual vomitaría –por vía de las elecciones–, lo que hoy padecemos. Me temo que algo similar hubiera ocurrido si triunfaba Keiko Fujimori.

Para los efectos de conmemorar el bicentenario de nuestra independencia, no hemos tenido mayor aprensión con el objetivo de prepararnos anticipadamente.

Se escucha estas últimas semanas grandes discursos en defensa de la democracia y la necesidad de “preservarla” ante cualquier amenaza golpista o intento de no respetar los resultados de los comicios del 6 de junio. Se presiona al Jurado Nacional de Elecciones para que, de una vez, proclame como ganador al candidato Pedro Castillo y cerremos este capítulo angustioso de espera.

Los mejores momentos que han tenido la izquierda caviar y la comunista sin filtro durante la última década, fue cuando lograron empatar propósitos con Mario Vargas Llosa en torno a una causa impostada para ellos (los derechos humanos) pero también otra subalterna (destruir a sus bestias negras en el ámbito político peruano: apristas y fujimoristas).

Una llamada a esos viejos celulares de 1998, que no identificaba el número de origen, me sorprendió una tarde invernal. “Hombre, ¿eres César Campos? Te vi anoche declarando en el noticiero de Panamericana TV. Sabes que me encantas. Soy la Mona Jiménez y quiero invitarte a mis lentejas”.

La difusión del audio donde Vladimiro Montesinos instruye a un amigo para que active a un abogado-operador ante la mayoría de vocales del Jurado Nacional de Elecciones y así lograr la ampliación del plazo de presentación de los pedidos de nulidad a cargo de Keiko Fujimori, ha logrado efectos cómicos y paradojales.

Nunca con más vigencia aquella expresión donde el caudillo Nicolás de Piérola resume políticamente lo que somos: “el Perú es el país de los hechos consumados”. Y vaya paradoja que quienes más la encarnan en la hora actual son esos y esas que suelen autodenominarse demócratas, pro institucionales o defensores de la voz del pueblo.

Es irritante la lógica del “mírame y no me toques” que diversos funcionarios públicos pretenden imponer so pretexto de que cualquier crítica a ellos busca dañar la institución a la cual representan y el aparente buen rol que cumplen al servicio de la patria.

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