Hacer periodismo en el Perú es un oficio de valientes. Pero se puede. Eso lo ha demostrado Expreso quien ha recuperado los principios de la práctica periodista al imponer con objetividad la noticia. Expreso es una plataforma que no se casa con nadie. El diario investiga, tiene un equipo de periodistas que, como en las viejas épocas, no teme enfrentar al poder.
Harold Alva
Escritor, editor y analista político. Ha publicado una veintena de libros, entre los que destacan Lima: la épica del desastre (2012) y Ciudad desierta (2014). Dirige los Seminarios Abiertos de Formación, Editorial Summa y el Festival Internacional de Poesía Primavera Poética.
Hace unas semanas, como preludio al aniversario del distrito de Barranco, celebramos los 101 años de su Biblioteca Pública, un espacio por el que guardo especial afecto. En 1999, cuando me instalé en Lima, Barranco fue uno de los primeros lugares que conocí.
“Un amigo es un hermano buscado”, reza la vieja máxima. Eso y más fue Héctor Ñaupari. Lo conocí en una de sus presentaciones en el legendario Taller de Poesía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en 1999. Bastó escuchar sus primeros versos para sentir que caminaríamos juntos lo que la vida disponga.
La última vez que fui al auditorio del Colegio Médico fue en abril de 2016, cuando el genial Paco Ibáñez clausuró el Festival Internacional de Poesía de Lima, organizado por el poeta Renato Sandoval. Escuchar al trovador español coreando sus canciones con Teuco Castilla, Jotamario Arbeláez, Gabriel Chávez Casazola y Beatriz Russo, fue una experiencia inolvidable.
Conocí Santiago gracias a su invitación al II Poquita Fe, en noviembre del 2006. Antes, publiqué en Lima “Putamadre” (2005), su antología poética, después “Segunda mano” (2007).
1. Javier Perea ha escrito una novela desde la pérdida. Chimenea de hadas es un inventario del dolor y de su trasmutación con el mundo. Por eso las referencias geográficas son elementos simbólicos que nos presentan al protagonista en su dimensión cosmopolita. Es decir, advierte, desde esa riqueza escénica, las particularidades de sus personajes con el aplomo de quien conoce la historia.
Acaba de culminar el 10° Festival Internacional Primavera Poética, el evento coorganizado por la Municipalidad de Lima y la Fundación Iberoamericana para las Artes. Un acontecimiento épico que nos ha dado una bella lección para construir ciudadanía tocando la fibra más elemental del ser humano: el sentimiento.
El Festival Internacional Primavera Poética nació, en 2013, como una iniciativa para celebrar la palabra escrita y para rendirle nuestro homenaje a los poetas del Perú y del mundo, publicándoles en una colección de poesía iberoamericana.
¿Cómo se desarropa el alma? Es la primera pregunta a la que me arroja la lectura del poemario de Guillermo Valdivieso, humanista dedicado a la administración de justicia y a la gestión pública. Me detengo en sus primeros mensajes y entiendo que su intención es marcarnos una ruta intrahistórica para aprender a reconocernos desde las emociones más altas.
Antes de la pandemia, el poeta argentino Leopoldo Castilla, me propuso publicar una colección de ensayos sobre poesía, desarrollados por poetas. “¿Quién con mayor autoridad para intentar explicarla?”, preguntó sentenciosamente.
Aunque discrepamos ideológicamente, él es socialista, yo liberal, coincidimos más de lo que pueden imaginar. Hemos marchado juntos contra la corrupción o cuando han pretendido atentar contra la democracia.
¿Por qué escribe un Poeta? Es la pregunta que nos hacemos con mayor frecuencia, se trata de nuestro lugar común. Antes de empezar a escribir, aprendí a dibujar y a pintar. Viví dos años en un precioso valle de la sierra peruana. Frente a mi casa vivía un pintor: Segundo Flores, el Shemere y, en la esquina, el pintor Romero.
Recuerdo a papá narrándonos las aventuras de un famoso sacerdote trujillano, quien lamentaba cómo los parroquianos le decían “padre”, excepto sus hijos. “Todos me dicen padre, y ellos, por quienes cambiaría todo lo que tengo, me llaman tío”, cuenta que se quejaba el prelado. Parece broma, pero era verdad. Algo similar ocurrió en Santa Cruz, Bolivia.
¿Por qué escribe un hombre? ¿Para qué? Se escribe para capturar el instante, para perpetuarlo del modo más ruin en el registro de quien necesita un soporte para su historia. Se escribe porque el tiempo nos enseñó que el día es un espejismo, una construcción social sobre la que inventamos acciones para darle sentido a lo que somos.
En 1988 un policía, con su familia, llegó del valle de Cajamarca a Tumbes. Eran los días cuando los terroristas de Sendero Luminoso violentaron la tranquilidad de la cordillera y, en Lima, los cochebombas y la explosión de torres de alta tensión destruyeron la tranquilidad de una ciudad que jamás imaginó el color de masacre.
Escribir es un acto de resistencia. Organizar un encuentro presencial de Poetas en épocas de IA, zoom o streamyard, es un acontecimiento épico. Hazaña, si se trata de un evento que se realiza por décimo año consecutivo.