El proyecto de bolivianización del Perú significa la destrucción de nuestro país, o el sueño socialista con un monstruo. Se trata de un proyecto integral, que es teoría y práctica.
Juan Antonio Bazán
El cadáver pandémico de mi hermano Luis Enrique fue una necropoética y una sociología. Lo sé porque en los días de su internamiento hospitalario debí leer el poema 'Cadáveres', de Néstor Perlongher, para exponerlo como alumno de la Maestría de Escritura Creativa, en San Marcos.
Palacio de Gobierno es un reformatorio político. Se trata de una correccional de seda que en los últimos treinta años ha resocializado, ha normalizado, a nuestros presidentes de la república.
Todos somos el Joker, en versión teatral. Todos, porque al lavarnos la cara, nos la despintamos. Así, nos hacemos modernos porque siempre –o casi siempre- le engañamos a la sociedad, pero nunca –o casi nunca- al espejo. Por estos días, el grupo argentino La cuarta pared está presentando “El Joker, versión teatral”.
Alan García se suicidó en el mayor acto de resistencia al biopoder caviar. Michel Foucault conceptuaría tal inmolación como “el arte de la inservidumbre voluntaria, de la indocilidad reflexiva”.
Algunos peruanos odian al Perú. En verdad, son pocos, pero son. Se hallan entre quienes participan de la actual protesta social por la dación estratégica de una nueva constitución del Estado que estatuya la república socialista y étnica, y hasta la secesión del Perú.
Pedro Castillo ha protagonizado el golpe de Estado más cojudo de la historia del Perú. Luis Felipe Angell de Lama tuvo el seudónimo de Sofocleto, y escribió Los cojudos. Este artículo recurre a la teoría de uno de esos libros que, aunque no académicos en estricto, resignifican una parte importante de “la estructura del ser peruano”.
El sexting pandémico es la satisfacción de la cultura. Es la revisión del psicoanálisis, del malestar y de la culpa. En este artículo, el sexting es la práctica del sexo a través de la tecnología de la comunicación, principalmente del celular, y con mayor episodio durante el confinamiento social pandémico.
Dina Boluarte debe renunciar, por incapaz y hasta peligrosa. Ella posee una personalidad presidencial absolutamente unidimensional, y cualquier programa de “gobierno” deviene en unilineal y posterior a su “falsa necesidad” de permanecer en la silla. Herbert Marcuse le otorgaría un “encefalograma plano”. Asumámoslo: la mujer está enajenada, y atornillada.
El bombón rojo es el teatro como cabaret que hace cumplir algunos sueños. Gloria ha cumplido el suyo: se ha convertido en abogada de día y bombón de noche. Ha pasado de un modelo reglamentario a un modelo de vida. Su historia de vida es la de casi todas las bombones, y casi todas las mujeres: de niña le gustaba bailar y cantar, ponerse la ropa y los zapatos de mamá.
La Constitución del Estado no es la ley fundamental de la sociedad peruana, cuyo último medio siglo es la historia de la construcción social de la vida moderna. Seamos lógicos: la ley fundamental de nuestra sociedad civil, de nuestra interacción social y comercial, es el Código de Comercio, y no la Constitución política.
Dina Boluarte es Pedro Castillo 2.0. Es que, ambos son los presidentes del cambio de régimen político en el Perú. Asumámoslo: Boluarte no preside un gobierno de transición a la democracia, ni siquiera un gobierno de simple transición a otro gobierno.
Pedro Castillo ejerce la presidencia bajo la tercera ley de Isaac Newton. Es un hombre paradójico: No respeta la ley fundamental del Estado, pero sí la ley física del movimiento a partir de la pulsión de dos fuerzas necesariamente contrarias.
El presidente Pedro Castillo se ha perdido al quitarse el sombrero. La hipótesis de este artículo es que el sombrero era la principal forma política, y simbólica, de Castillo; y, que, al quitárselo no sólo ha perdido el peso de un kilo de palma y veinte centímetros de estatura, sino que se ha perdido él mismo.
El Perú de los días del presidente Pedro Castillo vive entre Sendero y El otro sendero. Entre la versión “rehabilitada” del terrorismo maoísta que caracterizó a nuestro tiempo de semifeudal, y el libro que mejor interpretó el sentido moderno de la vida peruana.
La constitución del Estado es el aire que se respira, y no un “arma liberadora”. Este artículo constituye un contraargumento al sofisma estratégico del cambio constitucional planteado por Boaventura de Sousa Santos, el Foro de Sao Pablo y la izquierda latinoamericana y peruana.
La dictadura de Martín Vizcarra tuvo un sentido del tiempo circular. La antipolítica y la biopolítica fueron los grandes timeos organizadores de su régimen político, y la negación de la negación fue la dialéctica que le dio movimiento a su discontinuidad histórica.
El primer ministro Aníbal Torres Vásquez es doctor en el arte de insultar. ¡Qué bárbaro! Su lengua es una de las más viperinas de la historia nacional. “Muchachito tonto” es la cuenta, o la invectiva, más célebre de su rosario de insultos. Tanto, que le otorga su sobrenombre político. Por semejante comportamiento artístico, Torres debe tener como maestro a Arthur Schopenhauer.