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Luis García Miró Elguera

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Luis García Miró Elguera

Los medios controlados por el gobierno a través de la corruptela del avisaje estatal seguirán aplaudiendo la conducta nazista de unos fiscales decididos a hacer historia, mientras la basura sigan comiéndosela sólo el Apra y Fuerza Popular.

El caballito de batalla antiaprista y antifujimorista –que reverbera entre esa prensa vil vendida al régimen– lo conduce el clan palaciego de los rojos marxistas. Esta gente apela a las artes pérfidas y totalitarias que utilizaban sus maestros soviéticos para dinamitar a sus adversarios, a quienes denigran en forma letal con la expectativa de capturar simpatías populares.

El alcalde limeño Jorge Muñoz ha demostrado pertenecer a esa misma estirpe de politicastros que ha llevado al país a convertirse en un centro de corrupción.

Muerto Alan García –el único estadista que ha producido este país desde el último tercio del pasado milenio– necesitamos reevaluar la preocupante situación en la cual nos ha postrado tanto gobernante antidemocrático o inepto que se aupara al poder tras la primera gestión de García. Por más desafortunada que ésta hubiese sido.

Este gobierno ha aprendido demasiado bien las artes de los mañosos: esconder su basurita bajo la alfombra, Sin embargo, los despojos del país surgen como conejo de la chistera. No obstante, palacio de gobierno insiste en su rollo falsete de la batalla anticorrupción.

La trágica desaparición del demócrata Alan García, dos veces presidente del Perú –líder de una mala gestión, aunque reivindicada luego por el mejor gobierno que haya tenido el país–, nos lleva a dos escenas.

Por culpa de un presidente que no tiene la menor idea de lo que significa gobernar una nación en democracia y libertad –que no es lo mismo que en libertinaje– y menos aún las agallas para imponer el orden que el Perú requiere –en un escenario agravado por el caos sociopolítico y económico que lo embarga, sumado a la enorme anarquía que promueve el Ejecutivo desprestigiando al Congreso y vilipen

Con la traumática experiencia que, particularmente, viene soportando la clase política acosada por un Ministerio Público omnipotente –con viso de estar digitado por el poder político instalado en Palacio– el Congreso a la brevedad debería empezar a debatir una ley que proteja a las personas que acaben siendo imputadas por la Fiscalía a base de simples sospechas.

Monseñor Juan Luis Cipriani es el Arzobispo de Lima y Cardenal del Perú contemporáneo con mayor relevancia en la vida cristiana de nuestra nación. Hombre dotado de aguda inteligencia y enorme coraje; sacerdote con pergaminos teológicos irrebatibles; y pastor con cualidades natas indiscutiblemente sólidas fundadas en la tradición misma de la población peruana.

La bancada Fuerza Popular fue la primera en reaccionar ante aquella afrenta del Ministerio de Educación que pretende imponer una educación sexual aberrante y evidentemente antinatura, so pretexto de promover la igualdad de género entre nuestra niñez y juventud.

La versión 2019 de un fascinante estudio realizado por John F. Hellinwell de la British Columbia University de Canadá, Richard Layard del London School of Economics de Inglaterra, y Jeffrey Sachs de Columbia University de Nueva York –denominado World Report Happiness/Reporte Mundial de Felicidad– arroja estadísticas muy preocupantes sobre la realidad actual del Perú.

El presidente, abusando del recurso extremo de dirigirse a la sociedad apelando a un mensaje a la nación –metodología reservada para anunciarle a la ciudadanía aspectos de real trascendencia nacional- el viernes pasado se dirigió al país para decirle nada. Más propiamente, nada nuevo. Vale decir, para reiterar lugares comunes y malgastar, por gusto, jarabe de lengua.

La forma más certera de compulsar las razones de cualquier hecho político es sopesar en frío los comentarios de la elite politiquera, al día siguiente de que estos ocurren. El caso del expresidente Pedro Pablo Kuczynski es un ejemplo.

Va consolidándose el panorama. El gobierno sigue cada día más concentrado en la pequeñez de las cosas, en vez de asumir de una vez por todas su verdadero rol como administrador del Estado.

Apelando a la denominada ideología de género, la progresía marxista que mantuvo de rehenes a Humala y a Kuczynski –y ahora tiene secuestrado a Vizcarra– apostó por desfigurar la génesis de la especie humana en nuestra educación. Pero no existe tal ideología.

Jorge Muñoz, por entonces candidato a la alcaldía de Lima Metropolitana y hasta ese momento burgomaestre de Miraflores, intempestivamente surgiría como la espuma en las “encuestas” fabricadas de acuerdo a las necesidades propias del conglomerado de la concentración mediática El Comercio.

Edmer Trujillo Mori, ministro de Transportes y Comunicaciones y brazo derecho del presidente Martín Vizcarra, sostiene que “es imposible que en un año pueda resolverse todo”. En efecto, a nadie se le ocurriría semejante tontería de exigirle a un ministro que en un año solucione todo el acervo de problemas que arrastra este país.

Lo que ocurre es que este país funciona en la más estrepitosa de las desorganizaciones. Como consecuencia campea la improvisación. Y esta, a su vez, es la llave que le abre las puertas a la informalidad, condición que da a luz la corrupción que, como resultado, genera la pobreza cuyo derivado es este retardo que nos agobia como sociedad atribulada.

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