Como si leyéramos Alicia en el País de las Maravillas, emblemática novela de Lewis Carroll, sin nada más que hacer que fabular tonterías propias del envidioso, resentido, social y fracasado político partido Morado, en medio del cataclismo nacional en que nos encontramos dos parlamentarios suyos acaban de presentarle al Parlamento un proyecto de ley, demandando se “garantice el bienestar de las
Luis García Miró Elguera
Mientras acá nos debatimos entre la democracia y el comunismo, sumidos en el hondo pozo séptico de esta tragicomedia marxista, senderista que es el gobierno Castillo, en el mundo civilizado los ciudadanos avanzan a leguas de distancia en la dirección que corresponde. Es decir, camino al progreso, al éxito y, consecuentemente, al bienestar de su sociedad.
¿Escuchó a Pedro Castillo, amable lector, decir que renuncia a promover la asamblea constituyente?
El Congreso está paralizado, víctima de la amenaza de su cierre por el Ejecutivo.
Quien repite un error, consciente además de su yerro, está condenado a ser esclavo de su estupidez. Quien prefiere repetir los errores ajenos, sabedor del resultado de los mismos, soportará idénticas consecuencias que aquel a quien copiara la equivocación.
Alejandro Sánchez Sánchez -el amiguísimo de Pedro Castillo que continúa cediéndole una parte de su propiedad en Breña al aún presidente, para que cada noche se reúna furtivamente, trajeado como recogedor de basura, con sujetos que prefiere no juntarlos en palacio porque delataría su oscuro, cuando no corrupto, papel como gobernante- ha reconfirmado que el hombre del sombrero diurno y gorrita no
No sólo es un expolio al territorio. Es un asalto a la propiedad de los 32 millones de peruanos, a quienes unos malandrines trajeados de “mineros” roban miles de millones de dólares cada año, explotando aquello que llaman minería informal. Concretamente, minería ilegal.
“El presidente nos ratificó que la publicidad va a descentralizarse, no a los medios de comunicación sino directamente a los periodistas”, fueron palabras de Pedro Castillo reunido con una delegación de periodistas de Huánuco realizada en palacio.
Cada día siente el agua más cercana al cuello el señor Pedro Castillo Terrones, quien funge de presidente gracias a que el capo del Jurado Nacional de Elecciones resulta ser tan comunista como el tambaleante régimen marxista de Castillo.
Los gobiernos corruptos subsisten porque las instituciones del Estado se lo permiten. De un lado, el Congreso no fiscaliza ni encaja su función censora contra aquel jefe de Estado moralmente descalificado por sus acciones.
Cuatro meses han transcurrido desde que se instaló dolosamente en palacio el señor Pedro Castillo, aupado por un controvertido jefe de ONPE e investido por un sujeto al que no le interesó que el ente que preside, el JNE, sesionase incompleto, para definir si, en efecto, existió fraude electoral.
Pedro Castillo Terrones es un presidente fallido. Como todo lo que mal empieza mal acaba, más temprano que tarde –para fortuna del Perú- ha saltado al escenario la inviabilidad de su capacidad mental y moral para conducir los destinos de 32 millones de peruanos.
Hay gente que cree que el ciudadano es tonto, y decide pasar por la vida dando de bandazos cada vez que necesita acomodar sus intereses a la coyuntura del momento. A esto se le llama falta de coherencia. Un mal crónico de tanto peruano que prefiere transigir, antes que enfrentar las consecuencias que impliquen defender sus principios éticos acorde con su calidad de vida.
¡No es la Constitución, estúpido! Podría ser la respuesta, al estilo del expresidente Bill Clinton, cuando un comunista proclama que Perú es inviable con la actual Constitución Política. ¡No, amable lector! El problema no es la Carta del 93. ¡El problema son los gobernantes! Lo prueba la reacción que tuvo este país desde su promulgación en 1993.
“Yo estoy comprometido para darle estabilidad y gobernabilidad al Perú”, dice ese mercantilista de la política llamado César Acuña. Multimillonario provinciano que se jacta de su racismo –“sólo los provincianos sienten al Perú”–, juega con el destino de millones de peruanos, manipulando la coyuntura política nacional según sus particulares intereses.
El presidente Pedro Castillo entró en tirabuzón. Ha acumulado demasiados escándalos actuando como malabarista politiquero desde la presidencia de la República. Tarea que no sólo le resulta esquiva sino inescrutable por su ineptitud para el cargo y la medianía de su educativa emocional, además de personal.
¿Recuerda, amable lector, la reciente asonada contra el campamento de la minera Apumayo en Ayacucho, donde incendiaron decenas de unidades y equipos de perforación, transporte, etc., arrasaron con todas las instalaciones de esta importante mina aurífera y amenazaron con quitarle la vida a los ejecutivos y trabajadores que regresasen a esas instalaciones privadas?
Finalmente -porque el hecho viene produciéndose hace meses, sin haber sido denunciado ni menos aún rechazado- la comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento aprobó, al menos, declarar “persona non grata” a Evo Morales, correveidile de La Habana y el Foro de Sao Paulo que manipulan al Perú.