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Martha Chavez

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Celebro la gran noticia de ayer lunes 25, sobre la restitución de su libertad personal a Keiko Fujimori, al declarar el Tribunal Constitucional fundado el hábeas corpus interpuesto a su favor. Uso para ello la entrañable expresión latina que integra el emblema de la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde completé mis estudios de pregrado y de postgrado en Derecho.

En la primera parte desarrollada en mi artículo de la semana pasada, me preguntaba cómo es que pese a los graves problemas que vive nuestro país, sobre todo de ineficiencia y vínculos claros con la gran corrupción que afectan al gobierno desde su inicio el 2016, los peruanos no hemos llegado a la convulsión social que ha afectado y aún afecta a tres de nuestros cinco países limítrofes y pretend

A propósito de lo que ha ocurrido y aún ocurre en tres de los cinco países limítrofes con el Perú, Ecuador, Chile y Bolivia, más de una persona se pregunta “¿por qué ello no ocurre también en el Perú, sucediendo lo que aquí sucede?”.

Una Constitución no es solo la norma jurídica de mayor jerarquía de un país, sino que precisamente por tal supremacía y por no ser fácilmente modificable, ella recoge lo más importante de los valores a los que adhiere el elemento humano de toda sociedad políticamente organizada.

Adolescente quinceañera, a punto de terminar la secundaria, y atenta a todo lo que me rodeaba gracias a una formación recibida en casa que nos estimuló tempranamente a mí y a mis hermanos a leer desde colecciones de enciclopedias, obras de la literatura universal hasta periódicos, pasando por suscripciones a revistas de ciencia, técnica y diversión, viví el golpe de Estado de un grupo de milita

El impulso que da el título a este artículo me hizo recordar, simplificándolo, al politólogo alemán Carl Schmitt en su propuesta de que en lo político se ha de distinguir entre el amigo y el enemigo, sin que ello signifique reducir las cosas a la enemistad. Se trata más bien del reconocimiento de un nosotros frente a aquello que son los otros.

A medida que transcurren los días luego del solitario, falso en su fundamento y, por tanto, nulo intento de disolver el Congreso perpetrado el 30 de setiembre último por M.

Martín Vizcarra Cornejo (MVC), accesitario presidente de la República por renuncia de P.P. Kuczynski, se encuentra suspendido en sus funciones por decisión válidamente adoptada por el Congreso de la República, a horas 20:43 del día lunes 30 de septiembre último.

Seguimientos, escuchas, espionaje, extorsión, acoso, represión a la libertad de expresión y opinión de políticos y partidos, sabotaje a la labor institucional del Congreso de la República, ello a través de agencias y agentes oficiales u oficiosos pagados con dinero público en forma directa o encubierta como avisaje, consultorías, prebendas a familiares.

Desde que este diario me concedió la posibilidad de escribir un artículo semanal, he tenido como meta acercar a los lectores al contenido de la Constitución. Lejos estaba y está hacer defensa de los derechos de personas determinadas, menos aun cuando ellas tienen una defensa técnica adecuada.

Más de una vez me he referido, sea de manera expresa o implícita, a la curiosa actitud de mucha gente sobre todo jóvenes –incluso con estudios universitarios– que pretenden tomar distancia, al menos de palabra, de todo lo que sea político. “Yo trabajo”, “yo estudio”, “no hago política”.

Los aliados pasajeros del presidente de la República, M. Vizcarra, que aplauden sus descabelladas propuestas legales y las presiones para que sean aprobadas, no han perdido el tiempo para lanzar la especie del cambio total de la constitución vigente.

¿Qué significa ello?

Hasta hace unas pocas semanas parecía que M.

Sin duda alguna la voluntad popular es el origen del Estado, desde los albores de la humanidad hasta su evolución y progreso al Estado que hoy conocemos, donde imperan la Constitución y la ley, existe separación de poderes y se elige periódicamente a los gobernantes.

En mi artículo de la semana pasada “Vizcarra y la negación de los fines del Estado”, me refería a cómo el presidente de la República en lugar de enfocarse en las tareas que competen a su alta investidura y cargo en pro de obtener el bien común, se distraía en confrontar al Congreso de la República y en enardecer a la población pretendiendo ilusamente que podría administrar y usar a su favor el

El Estado existe a consecuencia del hecho real de que el ser humano es por naturaleza social y que para alcanzar el bien de todos se requiere más que las espontáneas voluntades individuales.

El torpe e inconstitucional planteamiento de M.

Acabo de regresar al Perú luego de una visita al Reino de Marruecos, que significó recorrer dos de las doce regiones de dicho país, concretamente Laayounne y Dakhla, ambas en el Sahara marroquí.

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