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Martha Meier M.Q.

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Ollanta Humala profesa ahora el vizcarrismo, cosa que le ha dado suerte en los ámbitos judiciales. Todo comenzó cuando envió la ruin carta al presidente del Uruguay, Tabaré Vázquez, contra el asilo para Alan García, quien en esos momentos era, indudablemente, un perseguido político. Bastó que Humala hiciera de cartero gobiernista para que uno de sus procesos judiciales fuera encarpetado.

José y Hernando Graña aceptan haber delinquido, pero no quieren ir presos; nadie quiere terminar en la cárcel, por eso respetamos la ley y es que no hacerlo trae consecuencias. Para los Graña la consecuencia podría ser la prisión y ya pasaron un amargo aprendizaje de cuatro meses en Piedras Gordas.

El viernes por la noche se conoció el pedido de prisión preventiva contra José Graña y su primo Hernando Graña Acuña. Fue después del fracasado intento del fiscal José Domingo Pérez de cambiar el arresto domiciliario del expresidente Kuczynski por régimen carcelario.

Los corruptos locales, cierta prensa y la justicia nacional nos hacen creer que “Lava Jato” quedó cerrado con el acuerdo firmado con Odebrecht y los testimonios de sus ejecutivos, pero la verdad es que el asunto sigue y podría comenzar un nuevo capítulo.

El proyecto vizcarrista cada día se parece más al castro-chavismo, a los fracasados modelos del marxismo posmoderno. Vizcarra nos aleja de la institucionalidad democrática y de la posibilidad de progreso.

La excusa de Vizcarra para dinamitar la democracia es la lucha de su gobierno contra la corrupción, una batalla improbable pues iría contra si mismo. El presidente heredado no tiene vocación de claridad; no le quitan el sueño, el hundimiento en el lodazal de su gobierno, de su entorno, o de sus otrora cercanos colaboradores que lo llevaron al poder, como ocurre hoy con César Villanueva.

Un audio filtrado ayer sábado revela cómo Martín Vizcarra conspiró contra el país al coordinar con las autoridades arequipeñas una escalada del conflicto contra el proyecto minero Tía María, para tener una excusa y suspender la licencia. La intensificación de la protesta se logró redoblando la represión policial, que dejando varios heridos.

Paraguay ha dado una lección de decencia a la región que bien harían Vizcarra y los fiscales Odebrecht en aprender: cuando un acuerdo perjudica los intereses de la patria simplemente se rompe, se lanza a la basura, vuelan las cabezas responsables y punto.

La elección de Pedro Olaechea como presidente del Congreso recupera el equilibrio institucional del Estado y la independencia de un poder amenazado por el irresponsable Vizcarra, que jugaba en pared con el saliente individuo de brutales apetencias políticas.

Los gobiernos como las empresas dejan de crecer por la mala administración, cuando el líder tiene visión corta e ideas fijas que impulsa, aunque generen destrucción y descontento. Los países requieren propuestas que respondan a las necesidades de la mayoría de la sociedad y no a los aventureros.

El viernes el escritor Mario Vargas Llosa aceptó su "equivocación" por haber apoyado a expresidentes peruanos acusados de corrupción: Toledo, Humala y Kuczynski. Sobre Toledo dijo “¿quién iba a pensar en ese momento que aprovecharía el poder para robar?”.

Alejandro Toledo purgará prisión en California hasta que sea extraditado al Perú, si la parte peruana entrega una carpeta adecuadamente sustentada, de otro modo en pocas semanas el ex presidente saldrá libre, sin pagar fianza y con sus bienes mal habidos a disposición.

Vizcarra ha invitado a los representantes de varias dictaduras en busca de soluciones para Venezuela, como si Cuba, China y Bolivia, los rusos y los turcos no fueran parte del drama venezolano.

Se nos ha robado el derecho de saber cuán arrodillados ante Odebrecht nos deja un acuerdo cuyo blindaje es grosero, y posible gracias al Decreto Legislativo N°1301 (29/12/16) gestado por el Ejecutivo, con Kuczynski a la cabeza y Marisol Pérez Tello como ministra de Justicia. Este modificó artículos del Código Procesal Penal

El progre-marxismo-caviar ha secuestrado el poder e impuesto un totalitarismo asfixiante. Nos espían, chantajean, amedrentan y dirigen al Perú al despeñadero moral, social, ambiental y económico. El desmoronamiento de la legalidad y de la institucionalidad democrática por intromisiones de Vizcarra en el Legislativo y el Poder Judicial ya es “la nueva normalidad”.

Gustavo Gorriti comandó una guerra contra el presidente Alan García. Lo dijo así: “Si yo hubiese sabido lo que iba a pasar hubiera pedido una tregua para convencerlo de que no lo hiciera”. Dado que las treguas solo son posibles en las guerras, Gorriti ha dejado claro que junto a su jauría de amanuenses libró una unilateral guerra contra García.

La desesperación de los defensores del acuerdo salvavidas de Odebrecht es evidente, sus palabras los delatan. Gustavo Gorriti califica ahora de “fechorías” la corrupción de Odebrecht, es decir de malas acciones o travesuras. Otrora Gorriti lapidaba documentadamente a Odebrecht y consorciadas.

Los fiscales Rafael Vela y Domingo Pérez están en la picota, y su celebrado acuerdo debería incinerarse, pues como se lee en “Hildebrandt en sus trece”: “Más que un acto de contrición o de arrepentimiento, el acuerdo de colaboración eficaz era un asunto de vida o muerte para Odebrecht.

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