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Martín Belaunde Moreyra

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Un monarca francés antes de la revolución dijo al momento de morir “después de mí el diluvio”. No podría afirmar categóricamente que el diluvio es lo que se viene al Perú en estos momentos, pero sí tenemos una crisis política a punto de estallar por el empeño del todavía presidente Pedro Castillo Terrones, de disolver el Congreso inconstitucionalmente.

Frente a este interrogante, considero indispensable que la oposición democrática dentro y fuera del Congreso, debe tener un programa para un futuro gobierno previendo el caso que el presidente Castillo renuncie o sea vacado. La razón es muy simple. Los problemas, las urgencias y las necesidades no se van a solucionar por el solo hecho de que Pedro Castillo Terrones deje de ser Presidente.

Un deber de elemental cortesía me obliga a darle la bienvenida por su próxima visita al Perú, animado de la esperanza que arribe a nuestra patria con el espíritu abierto, lejos de cualquier prejuicio proveniente de la mano diestra o siniestra del secretario general Almagro.

Más allá de la detallada regulación establecida en el artículo 89 del Reglamento del Congreso para el procesamiento de ese tipo de denuncias, debemos resaltar el coraje de la fiscal de la Nación que la ha interpuesto y asimismo sus alcances jurídicos en cuanto a los dignatarios que son materia de esa acción.

Un amigo diplomático me reenvió un video en el cual una mujer iraní residente en Francia narra la trágica muerte de una compatriota suya en Teherán arrestada por la “Policía Moral” por no llevar correctamente el velo sobre su cabeza.

La reunión del presidente Castillo con el recién electo presidente del Congreso José Williams Zapata podría generar un nueva etapa en las relaciones del Poder Ejecutivo frente a su oposición democrática en el Legislativo.

Hace cerca de 31 años publiqué en la recordada revista OIGA de Paco Igartua, un artículo titulado “Réquiem para Gorbachov”, que por cierto aún no había fallecido, pero que tuvo la penosa obligación de apartarse del poder, además de anunciar la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Definitivamente este no es el primer artículo que en este diario se ocupa de Antauro ni tampoco será el último. Por desgracia es un asunto importante pero en un sentido negativo.

La corta visita de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, a la isla Taiwán, ha desatado una durísima respuesta del gobierno chino de Xi Jing Ping. Esa respuesta aumentó la escalada de las operaciones militares chinas en el estrecho que la separa del continente, pudiendo llevar a una invasión aeronaval para conquistarla.

Recientemente un Juzgado Constitucional ha dictado una sentencia que impide al Congreso legislar acerca de ciertas materias vinculadas a la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu), al considerar que no pueden ser alteradas o modificadas por una ley. El tema es de enorme importancia porque podría aplicarse a cualquier situación materia de un proyecto de ley.

Nuestro inefable presidente del Consejo de Ministros Aníbal Torres Vásquez es una persona pródiga en lanzar declaraciones desconcertantes. La semana pasada anunció la presentación de un proyecto de ley que configura el delito de divulgar la existencia de investigaciones penales por presuntos delitos de corrupción cometidos dentro del Estado.

La Ley No. 31494 que “reconoce a los Comités de Autodefensa y Desarrollo y Desarrollo Rural y los incorpora en el Sistema de Seguridad Ciudadana”, es un caso típico de buenas intenciones que traerá más problemas que soluciones. Es una norma legal observada por el anterior gobierno y que el actual Congreso insistió en ella, como una situación de la máxima urgencia.

Escucho en los medios que el Congreso bajo el impulso de su presidenta Maricarmen Alva, así como de otras bancadas, estaría empeñado en realizar 53 reformas constitucionales. No niego su capacidad jurídica para llevar a cabo ese número de reformas pero me parece imprudente convertirse de hecho en una Asamblea Constituyente.

Ninguna matanza en tiempos de guerra o de paz tiene justificación ni menos explicación racional. Sin embargo suceden con mucha más frecuencia de lo que nos imaginamos y esa recurrencia nos obliga a platearnos interrogantes de muy difícil respuesta. ¿Es la raza humana intrínsecamente perversa y de ser así por qué la maldad se impone sobre la bondad?

Alguien quizás se pregunte por qué insisto tanto en el tema de las constituciones. Hay varias razones, la principal de ellas, que es el pretexto que muchas dictaduras en Latinoamérica han utilizado para eternizarse en el poder.

El cambio de Constitución es la peor mentira que ha difundido el infeliz régimen que nos desgobierna con el ánimo de engañar al pueblo.

La violación de una niña de tres años en Chiclayo ha originado una ola de indignación nacional. Igualmente resucitó la polémica de la pena de muerte sobre ciertos delitos cuya naturaleza se juzga que va más allá de la rehabilitación del delincuente.

La semana pasada el así llamado “Estado del Perú” fue objeto de una llamada de atención por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) que le ordenó suspender el indulto a Fujimori hasta que dicha corte se pronuncie sobre la materia.

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