El pasado jueves en el barrio de Larraskitu, en Recalde, en los suburbios de Bilbao, España, se produjo un nuevo caso de violencia vicaria. Un hombre de 43 años mató a su hija de 13 y luego se suicidó. Sin embargo hay una víctima más, la madre, de 37, que ahora está trémula, ida, preguntándose por qué no la mató a ella también.
Jorge Alania Vera
¡Quién como Andrés Armoa –el personaje de Borges– que no sabe lo que es la pesadilla! ¡Quién como aquel que entiende esta impostura que parece un trabalenguas y puede distinguir entre el soñador y el soñado! Sueño que soy el sueño de alguien que sueña que me sueña.
Aún escuchamos y leemos opiniones variadas y mayormente divergentes sobre María Maricón, la pieza teatral cuyo estreno estaba programado para el pasado 30 de enero durante la celebración del 24º Festival Saliendo de la Caja de la Universidad Católica.
La escritora argentina Martha Lynch tenía un miedo patológico a envejecer, una fobia enfermiza que no escudriñó y que le impedía tener espejos en su casa para no mirar en ellos cómo pasaba el tiempo. Le ocultaba su edad hasta a sus más íntimos y los datos de las solapas de sus libros lo confirman. Cirugía tras cirugía, su rostro se fue deformando y enervando.
Tenía el perfil adecuado, pero casi nadie lo vio. O tal vez sí: ¿el compañero de su oficina vaticana que percibía sus logros y su creciente, pero silenciosa, influencia entre obispos y cardenales? ¿O el propio Papa Francisco, que le confió su nombre en secreto a algunos de sus cardenales amigos?
Hoy, que empieza la elección del sucesor del papa Francisco, quiero llamar la atención sobre su proverbial ternura y misericordia. Múltiples gestos han hecho de él un paradigma de estas, no sé si llamarlas virtudes o características del ser personal, que lo presentaron en vida como alguien cercano, bueno, compasivo.
Es el presidente de los obispos italianos y tiene el carácter manso y humilde del papa Francisco. Arzobispo actual de Bologna, solía recurrir su diócesis en bicicleta. Estudio la ciencia de las palabras-filología- y prologó un libro sobre la atención que debe la Iglesia a los homosexuales. Es un diplomático caracterizado pero que está lejos del boato y la retórica de este oficio.
Son desgraciadamente frecuentes en el mundo, los crímenes y suicidios consecuentes dentro de una misma familia. Hace poco, en Lima, una madre protagonista escribió en una carta póstuma que nadie puede apagar la luz de nadie, pero apagaron, conjuntamente con su pareja, la luz de sus hijos y sus propias luces.
El carnaval es la fiesta popular por antonomasia. El desorden oculto de cada quien frente al orden del mundo. Aquí o en México o Ecuador o Colombia es lo mismo. Pero también algo más: la máscara de nuestra verdad histórica. Para verla sólo a ella y no al rostro que la encubre, danzamos y bebemos hasta que amanece. Y así un día y otro día…aquí y allá.
Su vida fue una sucesión de infortunios y debacles, pero ellos no le impidieron ser lo que fue para la música: crisis depresiva por un desamor a los 15 años agravada por el suicidio de su hermana; ataques frecuentes de fobia y paranoia por su terror a la altura y a los objetos afilados; primer intento fallido por quitarse la vida; permanentes alucinaciones auditivas, insomnios recurrentes, pará
Fue hasta hace poco un pueblo fantasma, pero en él crecen las únicas rosas negras que existen en el mundo. Cualquiera diría que se desterraron solas allí –Halfeti, Turquía, provincia de Sanliurfa– para estar regadas por el Éufrates. Pero no. Como escribió Milton, poeta de las rosas: ellas florecen porque florecen.
Dicen los arqueólogos que suena como el sonido de la muerte.
Son pequeños silbatos con rostros fúnebres que han ido apareciendo en excavaciones arqueológicas desde 1896, pero cuyo último gran hallazgo se dio en 1,999 en Tlatelolco, antigua ciudad cercana a la capital azteca de Tenochtitlán, hoy ciudad de México.
En su poema “Dos formas del insomnio”, Borges se pregunta qué es la longevidad y se responde con sinceridad brutal: “Es el horror de ser en un cuerpo humano cuyas facultades declinan, es un insomnio que se mide por décadas y no con agujas de acero…”.
Lo recuerdo en mi casa, recordando sus versos. El poeta de Contranatura y del horóscopo secreto, del gambito de Rey y de la apertura Ruy López: Rodolfo Hinostroza. El poeta y “sus infinitos grupos de clochards/ Sous le Petit Pont” que le reclaman al César una tregua, un armisticio, una capitulación digna.
El novio de Aimé, una muchacha de 23 años del gran Buenos Aires se quitó la vida esta navidad. Al enterarse, Aimé sufrió una descompensación emocional y tuvieron que internarla un par de días. La mañana del sábado 4 de enero salió de su casa en su bicicleta de color naranja. No sabía qué hacer ni a dónde ir.
Esperando a Godot, la obra cumbre de Samuel Becket, premio nobel de Literatura, es la que caracteriza el llamado Teatro del Absurdo. Su estreno en 1955 en una sala londinense, fue un fracaso rotundo.
Uno puede pensar lo que quiera de Francisco, el Papa jesuita, pero hay algo en lo que casi todos coinciden: es un pastor que quiere oler a oveja, un guía con su cayado silbando y llamando a sus animalitos por el arduo camino.
La versión de Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez en Netflix ha desatado un amplio debate sobre su calidad, rigor y hasta su pertinencia. Con Pedro Páramo, de Juan Rulfo, había sucedido lo mismo en recientes semanas. El debate, en buena hora, sigue abierto, poniendo dos magistrales novelas del idioma español en el centro de la actualidad cultural y artística latinoamericana.