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José Cevasco

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Me llamó la atención que el acuerdo último de la Comisión Permanente, fuese solicitar un informe jurídico externo para que precise el funcionamiento de ese órgano y de la Sub Comisión de Acusaciones Constitucionales.

Me han preguntado si el Congreso que funcionó hasta el 30 de setiembre fue el peor de la historia del Perú, mi respuesta fue que no soy tan viejo ni tengo el don de la inmortalidad, pero que desde 1980 que tengo uso de razón política, el Congreso que acaban de cerrar es tan igual como cualquier otro.

La semana pasada advertí, en este mismo espacio, que hacer política fuera del marco constitucional y legal, toma ribetes dictatoriales. Hoy, luego de lo acontecido el pasado 30 de septiembre, me reafirmo. No es que me gusten o me disgusten los congresistas, pero si algo aprendí es a respetar la reglas.

Ver el espectáculo de enfrentamiento entre el Gobierno y el Congreso es un asunto patético. Las salidas políticas a los conflictos deben darse dentro de un marco legal y constitucional, de lo contrario es actuar fuera de la ley y toma ribetes dictatoriales. El enfrentamiento ocurre cuando los resultados electorales nos llevan a tener un poder ejecutivo sin mayoría parlamentaria.

Hace un tiempo escribí, sobre la necesidad de recomponer el sistema de representación parlamentaria para Lima, sobre la base del número de distritos que tiene la capital. Es decir, un o dos representantes por distrito, dependiendo de la densidad poblacional, con el propósito de que cada distrito tenga por lo menos un parlamentario.

En una de las diversas charlas que tuve la suerte de compartir, fuera y dentro del Congreso, con José Barba, me dijo: “en política no se usa el karate sino el judo”, y con el tiempo entendí que la mejor manera de enfrentar al adversario y ganarle es usando su fuerza contra él mismo.

El problema del sistema parlamentario peruano, entre otros, radica en que cada cinco años elegimos a sus representantes y tenemos que esperar otros cinco para renovarlos. Este modelo no es realista para este siglo, como tampoco lo es el voto obligatorio para elegir a congresistas y presidente del país.

Hace unos días me suscribí en Facebook al grupo Historias Fotográficas del Perú y del Mundo, con el propósito de informarme gráficamente el cambio de nuestro país.

Los enfrentamientos entre la Plaza de Armas y la Plaza Bolívar, son permanentes desde que se inicio este quinquenio.

Hace poco más de dos años, con los resultados electorales, la composición del Congreso recaía en seis grupos parlamentarios, hoy por la sentencia del Tribunal Constitucional, tiene doce grupos. Esta fragmentación del Congreso, no es la que eligió la población sin embargo representa, quizás, el desorden en que está acostumbrado a vivir nuestro país.

En alguna parte de mi vida, llegué a pesar más de 130 kilos. Los que me conocieron y me ven ahora, me preguntan si me hice alguna operación quirúrgica; mi respuesta es siempre “no”. Entonces, ¿cuál fue el secreto para que hayas bajado de peso? Me vuelven a preguntar, y es aquí donde empiezo mi explicación del proceso que atravesé para bajar más de 38 kilos.

Durante la semana que pasó, me reuní con dos viejos amigos; ellos preocupados por la situación política del país, y yo en verdad no tanto. Ellos están formado un partido político nuevo y están con todas las “pilas” puestas y recargadas; están con la ilusión de cambiar el país, y eso es bueno.

Jueves por la mañana, suena mi teléfono y al otro lado de la línea me habla un joven periodista; luego de saludarme me pregunta preocupado ¿la legislatura que vence el 26 de julio puede ser ampliada?

Aprendimos desde siempre que los impuestos son necesarios para que el país crezca. Aprendimos también que los impuestos son directos e indirectos. De los segundos nadie se salva; sin embargo, ¿qué pasa con los primeros? Los impuestos directos hay que pagarlos sí o sí, pero ¿esto lo hacemos todos?

Podrás ser el mejor músico, científico, profesional, futbolista, o lo que quieras, pero si no tienes un trato gentil, humildad, sencillez, para con las personas, de nada te servirán tus dones. De eso trata la vida. La empatía, es una pieza fundamental para el éxito personal y la trascendencia positiva. La política, usa esas formas y no por ello, como creen algunos, es hipocresía.

Ejercí la docencia desde los 21 años, en la cátedra de macroeconomía. Entraba al aula sin avisar, los alumnos no se percataban que era el profesor, y podía escuchar el “raje” contra el maestro que aún no conocían, y al percatarse que era yo el profesor sus rostros cambiaban y no sabían dónde meter sus caras y menos sus lenguas.

Hace un tiempo visité la sede de la Fiscalía de la Nación, en el local principal de la avenida Abancay. Me trajo muy buenos recuerdos, ya que en ese lugar funcionaba, durante los años setenta, la Dirección General de Contribuciones, hoy denominada Sunat, dependiente en esa época del Ministerio de Economía y Finanzas.

Y llegó el gran día, 7 de agosto de 1976. En la “quinta” nuestros familiares y amigos nos despidieron cual equipo de fútbol. Nosotros con nuestras guitarras en mano, salimos rumbo al canal 5 de televisión. Al llegar fuimos a la puerta principal, pero se nos indicó que entremos por la puerta lateral.

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