Escuchar a Castillo me causa repulsión y lo digo sin ningún pudor. Usa todos los mecanismos del Estado para insultar a la prensa, los empresarios y a los peruanos de bien que marcharon por la democracia. Su discurso es nefasto, propagador de odio por excelencia, dividiéndonos sobre la base de la equívoca idea de que la gente andina y los pueblos originarios tienen más derechos que otros.
Madeleine Osterling
¡Fuera, Castillo, fuera! Tres palabras que unen transversalmente a toda una sociedad que quiere acabar con la peor de las amenazas: un corrupto entornillado en el poder. Castillo sabe que el pueblo lo repudia, que la marcha fue multitudinaria, que está complicadísimo legalmente y que terminará en la cárcel porque hay incontables pruebas en su contra.
Salvo los beneficiarios del amiguismo y clientelismo que ha instaurado Perú Libre, que están robando con la venia del poder, no hay explicación para que los peruanos de a pie apoyen a este gobierno que los ha pauperizado.
Algunos despistados no se explican por qué podrían bajarnos la calificación de BBB estable a negativa, si hay capacidad de pago. El déficit se ha reducido de 8.9% en el 2020 a 1.9% para este año y tenemos el nivel de deuda más bajo de Sudamérica. Financieramente, el Perú tiene amplia capacidad para responder por sus obligaciones crediticias, pero ello no es suficiente.
Hay un ladrón en la presidencia. Se dice que cerca de 9 millones de peruanos votaron para que nos gobernara un delincuente y su red criminal, pero también se dice que había un supuesto favoritismo de las autoridades electorales que le allanaron el camino. Era sí o sí Castillo, por lo que llegó al poder con un plan de saqueo diseñado con mucha antelación.
Que un proyecto minero vea la luz se ha convertido en misión imposible en el Perú. Es una tarea titánica, más aún si tienes que lidiar con autoridades y líderes gremiales corruptos que solo protegen su bolsillo y que utilizan la victimización y la mentira como mecanismo de extorsión.
A pesar de tener a toda la nefasta maquinaria electoral en contra y con un final de foto, Rafael López Aliaga parecería ser el virtual ganador a la alcaldía de Lima.
Todos los temores de aquellos congresistas que votaron en contra de la autorización de viaje para Castillo se confirmaron con creces. La eventual aprobación de su discurso no hubiera sido garantía de nada. La Cancillería está llena de manos negras, algunos en altos puestos internacionales, que lo manejan como un títere.
La minería nos ha dado de comer durante años y literalmente le ha cambiado la vida a muchísimos peruanos. Ejemplos sobran, pero el distrito de San Marcos (Áncash) es emblemático. Hay un antes y después de Antamina. Hasta 1994, fecha de la exitosa privatización adjudicada a dos empresas canadienses, vivían totalmente aislados de la civilización en un régimen de subsistencia muy primario.
Aquel que no está preocupadísimo por la gran convocatoria de Antauro Humala en Andahuaylas, vive en otro planeta. Miles de peruanos sin memoria y absolutamente desilusionados de Castillo y su podredumbre apoyan al asesino Humala, incondicionalmente.
El tiempo corre en nuestra contra. La degradación del país no para. El desinterés por las elecciones regionales y municipales es clamoroso. Estamos a menos de un mes (pocos recuerdan la fecha) y ninguna investigación periodística acerca del prontuario de los candidatos es capaz de indignar a la ciudadanía. Se trata del ejercicio de la “democracia” en la más absoluta apatía.
La voz de la calle es la mejor encuesta. Tacna es la más clamorosa expresión del fracaso de Castillo. Votaron mayoritariamente por él. Encabezó las preferencias en primera vuelta y en segunda obtuvo un contundente 72.577%. A más inri, los peruanos residentes en Arica también lo apoyaron abrumadoramente. Prevaleció el voto emocional y en contra de Lima que caracteriza al Sur. Hoy es repudiado.
Pocos recuerdan lo impactante que fue escuchar a un sanguinario Antauro Humala exclamar: “Hemos matado a cuatro perros del Estado”, mostrando un absoluto desprecio por la vida humana. ¿Acaso hemos perdido toda capacidad de indignación? Ese Humala no ha cambiado un milímetro. Cero arrepentimiento por sus crímenes.
Este gobierno ha instalado en la sociedad peruana una atmósfera de odio sin precedentes. Castillo es un ayatola sin turbante. Era obvio que está lleno de rencor, pero recién ha aflorado con furia estas últimas semanas, cuando se ha visto acorralado por la cercanía de la verdad. La sombra de las confesiones de sus otrora amigos Villaverde y Pacheco lo persiguen.
No comparto el optimismo de Kurt Burneo. A falta de instituciones sólidas, la política y la economía, especialmente en Latinoamérica, están absolutamente entrelazadas.
Nuestro instinto de supervivencia está adormecido. Todos los días hay una nueva denuncia sobre la inmundicia de este gobierno, pero no reaccionamos con la fuerza e ímpetu que se requiere. Sufrimos de narcolepsia y pareciera que no tiene cura. La casa se incendia, pero los bomberos (Congreso) negocian con el pirómano y le dan la espalda a las víctimas.
Podría decirse que el Perú Republicano no ha conocido peor gestión presidencial que la de Pedro Castillo y quienes sostenían que su ignorancia lo hacía inocuo, se equivocaron. La degradación del país ha sido paulatina, pero sin descanso; nos está quebrando de a pocos, pero lo realmente trágico es que parecería que este año terrible se va a multiplicar por cinco.
Nunca pensé que Castillo llegaría a cumplir un año al “mando” del país. Albergaba la confianza que el diminuto grupo de representantes honestos e inteligentes que habían llegado al Congreso, podrían emprender una cruzada democrática, sin marchas y contramarchas, y que lograrían salvar al Perú de la red delincuencial que ocupa el poder.