Y finalmente cayó el régimen del corrupto Pedro Castillo, luego de que este intentara perpetrar un golpe de Estado, el último miércoles 7 de diciembre, al anunciar el cierre del Congreso y la reorganización de la administración del sistema de justicia.
Aaron Salomón
Periodista.
A estas alturas, es evidente que la tercera moción de vacancia por incapacidad moral permanente no tendrá éxito alguno. Ya los legisladores oficialistas se alinearon y anunciaron que votarán en contra de la destitución de Pedro Castillo.
Quiero iniciar esta columna como terminé mi entrega anterior: si el Congreso no suspende o vaca a Pedro Castillo, este poder del Estado terminará disuelto y la democracia se habrá acabado en el país. No es momento para tibiezas.
Si nos ceñimos a la legalidad, la cuestión de confianza que presentó el premier Aníbal Torres por un proyecto de ley que busca derogar la norma que reitera que toda reforma constitucional que vaya a referéndum tiene que ser aprobada previamente por el Congreso, debería ser declarada improcedente.
Como era de esperarse, los vándalos de Pedro Castillo atacaron con palos, piedras y botellas a los policías durante la marcha denominada ‘La Toma de Lima’. Fueron unos mil los sujetos a sueldo que se movilizaron en la capital el último jueves, en horario laboral, para rechazar la vacancia del presunto cabecilla de organización criminal y exigir, a su vez, el cierre del Parlamento.
La corrupta constructora brasileña Odebrecht consiguió que la Fiscalía de su país suspendiera la colaboración con las autoridades peruanas. Eso significa que personajes como Marcelo Odebrecht, Jorge Barata, entre otros, no declararán en el caso de los Humala-Heredia. El argumento de la compañía fue que se estaban utilizando pruebas obtenidas en Brasil para procesarla en el Perú.
La última vez que hablé con un progresista coherente, este aceptó que debería ser la izquierda la que promueva la vacancia del presidente Pedro Castillo frente al cúmulo de evidencias que lo comprometen con actos de corrupción.
Veo con desdén cómo algunos necios tuiteritos que se autodenominan de derecha coquetean con caviares para juntos hallar una solución a la crisis desatada por el oscuro Gobierno de Pedro Castillo. Estos ilusos se han comido el cuento caviar de que, a estas alturas, ya no importa si apoyaste a Castillo en la segunda vuelta, a pesar de todas las advertencias que algunos periodistas expusimos.
El abogado Lucas Ghersi escueleó el último fin de semana al rojazo Duberlí Rodríguez, expresidente del Poder Judicial, en el debate que ambos sostuvieron en torno a la iniciativa del Gobierno de Pedro Castillo para cambiar la actual Constitución a través de la instalación de una asamblea constituyente. ¡Fue una paliza!
Al inútil de Pedro Castillo se le cayó la careta, finalmente, y ha presentado al Congreso un proyecto de reforma constitucional para consultar a la ciudadanía -vía referéndum- si es que estaría de acuerdo en que una asamblea constituyente redacte una nueva Carta Magna.
Está meridianamente claro que la solución a la crisis en la que está sumido el Perú es la salida de Pedro Castillo de la Presidencia; sin embargo, no hay votos en el Parlamento para la vacancia y la renuncia del “profesor” chotano resulta bastante improbable. La masiva protesta callejera debería provocar, al menos, que Castillo replantee su gestión.
La basura caviar antifujimorista consiguió que el profesor rural Pedro Castillo llegue a la Presidencia de la República en vez de Keiko Fujimori porque supuestamente no había nada peor que ella.
En una entrega anterior, me referí de forma somera a la aparición del presidente por accidente Francisco Sagasti con la panacea para salir de la crisis política. Esta vez, ahondaré más sobre la irrupción de quien le pidió un autógrafo al emerretista Néstor Cerpa Cartillini.
“Se metieron con la generación equivocada”, tuiteó Stephanie Cayo en medio de la movilización de jóvenes hueveros en contra de la vacancia del lagarto Martín Vizcarra -por haber recibido coimas de empresas del ‘Club de la Construcción’ a cambio de obras públicas- y la posterior asunción constitucional de Manuel Merino a la Presidencia.
“Yo obedezco a mi pueblo”, respondió el congresista de Perú Libre Alfredo Pariona, de la región Huancavelica, cuando se le consultó por qué votó en abstención sobre la admisión de la moción de vacancia por incapacidad moral permanente contra el presidente Pedro Castillo. Incluso, Pariona no descartó votar a favor de la destitución del jefe de Estado: “Si la población me indica, sí”.
El discurso plañidero de Pedro Castillo se ha agotado. El cuento de que un humilde profesor/campesino/rondero/provinciano llegaría a la Presidencia y haría una gestión para el “pueblo” va llegando a su fin.
El desequilibrado premier Aníbal Torres tuvo el cuajo de ordenarles -el último lunes- a los periodistas que participaron de su farsa de conferencia de prensa que se ciñan a preguntar sobre el “golpe de Estado” que la oposición pretendería asestar contra el presidente Pedro Castillo, al vacarlo o inhabilitarlo.
Está meridianamente claro que la permanencia del inimputable Pedro Castillo en Palacio de Gobierno es insostenible. Ha demostrado con creces que es un incapaz en todos los sentidos, por lo que su salida debería ocurrir pronto. Sin embargo, me genera preocupación ciertas alternativas planteadas para expectorarlo, pues estas lindan con lo inconstitucional.