“De pronto una palabra nos asalta/ se nos queda rondando impertinente,/ se sienta en el ombligo de la lengua/ y borra la memoria de las otras”, escribe María Ángeles Pérez López, reciente ganadora del Premio Nacional de la Crítica (poesía), de España; y nos remite a una tradición, que renueva, apelando al endecasílabo en una recreación del ritmo que nos induce a reformular sobre la necesidad de
Harold Alva
Escritor, editor y analista político. Ha publicado una veintena de libros, entre los que destacan Lima: la épica del desastre (2012) y Ciudad desierta (2014). Dirige los Seminarios Abiertos de Formación, Editorial Summa y el Festival Internacional de Poesía Primavera Poética.
Lo imagino en la prisión saboreando dos palabras: “serpentínica” y “engirafada”. Vallejo de pie, la espalda contra una de las paredes de su celda, tarareándolas como si haciéndolo reposara sobre él la mañana para que la aborde el inquieto bizcochero. El tímpano al acecho de aquella “u” obsesionada por el eco.
La crisis política ha vuelto a polarizar el país. Es increíble cómo el indulto a Alberto Fujimori hace de una minoría bulliciosa los dueños de “una moral” que relativiza la verdad histórica. Culpan a un Fujimori preso, por toda la tragedia nacional como si acaso los últimos 21 años habrían sido un paraíso de honestidad y de justicia.
Escribir es una constante para no derrotarse. La vida pasa con la velocidad de un relámpago y nosotros no advertimos esa velocidad o la advertimos tarde. Llega entonces la ansiedad por jugarnos el segundo tiempo, la desesperación de procesar que lo que viene puede ser menor a lo vivido. Quizá por eso escribimos, para quedarnos un poco más.
Nacido en Talara, el 4 de junio de 1957, periodista, lingüista y escritor, se graduó por la Pontificia Universidad Católica del Perú y obtuvo un máster en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Conozco la obra y la labor de Houdini Guerrero Torres desde hace 28 años. Fue Rigoberto Meza Chunga, el autor de Dodecaedro, Emboscada y La letra con letra entra, quien me habló del Mago por primera vez, cuando me obsequió la colección de literatura piurana que publicaba con el CICLA.
Victoria Sur nació en el Quindío, la zona cafetera de Colombia, un espacio dado para la creación, para aprehender el sonido de la montaña y devolverlo en música. Por eso canta, por eso compone con la vitalidad de una intérprete del bosque, de una cantora silvestre cuyas partituras son capaces de conmover el oído más exigente.
Me gustan estos silencios. Los conozco como quien dibuja una cabaña sobre el viejo cuaderno al que retornamos para encontrarnos en aquellos textos que escribíamos a mano, como si descifrándolos recuperaremos las respuestas que fuimos perdiendo con los años. Es increíble cómo a medida que envejecemos las preguntas se tornan más estáticas.
Este año se celebran los cien años de la primera edición de Trilce, el paradigmático libro de César Vallejo; una obra fundamental que alcanzó señales de luminosidad nunca antes advertidas ni por cisnes ni malditos.
Empiezo el 2022 con el entusiasmo de las pérdidas. Hace dos décadas estuve a punto de permanecer, por algunos años, en la comodidad de un trabajo que me habría esclavizado. Fue la tranquilidad del salario versus la aventura de vivir.
Ella es poeta y editora, escribe desde el desgarro o la pérdida, su obra la ha consolidado como una de las propuestas más poderosas de las últimas décadas.
Pienso en una montaña, en la lluvia cayendo sobre las hojas de los cedros, en el olor a tierra mojada; pienso en la fuga de los pájaros, en el crujido de las ramas, en la música de un colibrí tocando la textura de exóticas cucardas y me pregunto si acaso esa visión tiene algo que ver con la imposibilidad de un hombre que sabe que en la urbe lo han sitiado las comas y los puntos aparte, el lugar
Estaba de pie, en la azotea de un edificio, con las manos abiertas como si acaso de esa forma se conectaba con la energía de aquellos diez mil ciudadanos que escuchaban con especial atención el discurso de un Alan García de 51 años, con un mensaje distinto al de aquel joven que a los 35 se instaló en Palacio de Gobierno.
Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, 1991, Medalla Presidencial Pablo Neruda, otorgada por el gobierno de Chile, en el centenario del Poeta; José Luis Díaz-Granados es El Poeta de Colombia, el Patriarca que va entregando lecciones de sabiduría y de nobleza por los territorios que visita.