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Juan Varilias

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Presidente de Adex

Así como en el lenguaje “cima” y “sima” suelen confundirse, también en los procesos de integración profunda cuesta mucho distinguir si estamos en la parte más alta del proceso (cima) o si hemos caído en un pozo (sima).

Los peruanos centramos nuestra mirada en nuestros propios problemas y en otros que se generan en el entorno global que también influirán seriamente en nuestra realidad económica.

El debate sobre las leyes laborales es de larga data y, en la medida en que se abordan los temas siguiendo el enfoque de siempre, el debate tendrá larga vida.

Cuando negociamos el Acuerdo de Libre Comercio con Corea del Sur, nuestro objetivo era abrir mercados para nuestros productos no tradicionales. Hoy en día, siete años después de la entrada en vigencia del acuerdo, nuestras exportaciones totales ascienden a US$ 2,500 millones y, como es de imaginar, el 87 % de ello es cubierto por cobre, zinc y plomo.

El éxito agroexportador es reconocido por todos; sin embargo, al momento de otorgar los reconocimientos, muchos son los padres de la criatura.

Uno de los problemas críticos en que necesitamos soluciones de aplicación y resultados inmediatos es la educación. Bajo un enfoque tradicional, una reforma educativa que empieza desde la educación inicial y avanza hacia la educación superior tarda no menos de 10 años. El avance ha sido lento respecto de la velocidad con que cambia la demanda de trabajo de las empresas.

Uno de los rubros de exportación poco promovidos es el de servicios. Sin embargo, silenciosamente, es el segundo sector exportador con ventas anuales superiores a los US$ 7,300 millones.

Érase una vez un país al que exportábamos US$ 1,200 millones. Hoy en día, los US$ 27 millones despachados son un triste testimonio de un mercado que, prácticamente, salió de nuestro mapa. Éramos miembros de una comunidad hasta el 2016, mantuvimos un comercio libre hasta el 2011. En 10 años (entre el 2002 y el 2012), nuestros envíos se multiplicaron por 10 y en 6 años se redujeron al 2%.

La semana pasada se realizó un foro sobre minería, valor agregado e industrialización. Participaron empresarios reconocidos, investigadores y autoridades gubernamentales que abordaron el tema desde diferentes ángulos. La pregunta que subyacía en el escenario era si es cierto que la industria de los metales no tiene posibilidades de desarrollo en el Perú.

Añadir valor a la riqueza debería ser la premisa para el desarrollo del cualquier país. Sin embargo, a partir de esta idea básica se entrecruzan conceptos teóricos y posiciones prácticas que hacen difícil la tarea de elaborar políticas para que la riqueza natural que poseemos se traduzca en bienestar para la población.

El Doing Business es una herramienta referencial bastante útil para conocer cuáles son las condiciones que tiene un país para los negocios. Los negocios, en el buen sentido del término, son vitales para la vida económica del país y el análisis comparado de las condiciones para hacer negocios nos da una idea concreta de la competitividad.

Posiblemente la palabra ‘institucionalidad’ sea una de las más usadas en la última década cuando se trata de señalar los principales factores que determinan nuestro relativamente bajo nivel de desarrollo económico. De la misma manera, la palabra ‘corrupción’ es la más reiterada y, además, está asociada a la debilidad institucional de la que nos quejamos.

A inicios del actual gobierno, se planteó la meta de superar los US$ 70 mil millones de exportaciones al 2021. Recorrida la mitad del camino, la meta parece difícil de alcanzar. Hago esta cita no con el afán de hacer una crítica, pues como exportadores también nos comprometimos con ese reto, sino asumiendo la responsabilidad que nos corresponde como representantes de los exportadores.

Los nueve objetivos prioritarios de la Política de Competitividad y Productividad y sus 36 lineamientos asociados nos brindan una idea de lo complejo que es la tarea de ser más competitivos y productivos. Pese a ello, hay indicadores que resumen de manera sencilla toda esta complejidad y nos ayudan a tener una idea objetiva sobre cómo estamos evolucionando en esta materia.

Lograr que cada peruano mejore su situación económica es un objetivo loable, pero complejo. Una solución más factible es asegurar la concurrencia de un conjunto de condiciones para que cada persona, con su trabajo y decisiones económicas, alcance la prosperidad.

Leía un trabajo de CEPAL sobre las políticas de promoción de las exportaciones de Chile que tiene como título “de las políticas de subsidio a las exportaciones, a las políticas de desarrollo de la competitividad”.

En los cursos básicos de gestión se resume que la eficacia consiste en lograr hacer al menor costo posible, y competitividad es hacerlo mejor que los demás. Sin duda, mejorar la transitabilidad por la Carretera Central en el tramo de ingreso a Lima es algo que beneficia a los ciudadanos, pero ¿será esta medida del MTC eficaz, eficiente o competitiva?

Siguiendo con la competitividad, que consideramos el tema central en la agenda de la política económica, un elemento obvio y muy útil para mejorarla es la identificación y medición de indicadores que permitan evaluar dónde están nuestras debilidades y cuáles son las medidas correctivas que debemos tomar.

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