Los peruanos, tan enemigos del silencio como amantes de la bullandanga, se han visto obligados a recluirse en sus casas por una indispensable medida de prevención contra el coronavirus. Su efectividad, por cierto, depende de la disciplina con que se acate la disposición que, a juzgar por los primeros indicios, brilla siempre por su ausencia. No es fácil pero tampoco es difícil.
Jorge Alania Vera
“Al perderte yo a ti/Tú y yo hemos perdido:/Yo porque tú eras Lo que yo más amaba/Y tú porque yo era el que te amaba más. / Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo/ Porque yo podré amar a otras como te amaba a ti, /Pero a ti no te amarán como te amaba yo.”
Un grupo de niños regresaba corriendo de la escuela. La niña rubia le dijo a la niña de rasgos africanos: métete al río porque si no te mato. Entonces, Shukri Abdi, de 12 años -nativa de Somalia y refugiada en el Reino Unido, al que había llegado con su familia a Londres el 2017 huyendo de la violencia en su país su natal- se metió al río y se ahogó.
Hace un año, Carlos Antonio Flores Murillo, “Kukín”, el hijo pródigo del Callao y del fútbol, se hartó de comer las bellotas de la droga y del infortunio y, a diferencia de aquel de la parábola del evangelio según San Lucas, no regresó a casa sino que cayó, paranoico, fulminado por un ataque al corazón.
No hay amargura en su voz, tampoco resignación, pero sí una convicción latente por la vida. Conmueve escucharla porque nos da una lección de integridad y fortaleza. Lo suyo, no es un alegato por la muerte, sino una respuesta sensata, consciente, informada y libre al desenlace de una épica batalla entre una mente totalmente lúcida y un cuerpo irreversiblemente aniquilado.
Hace unos pocos días, Google rindió su característico homenaje a Mary Somerville, matemática y científica escocesa que en pleno siglo XIX fue una de los más brillantes estudiosos de su tiempo, pese a los lastres que pesaban sobre las mujeres cercenando sus derechos y que le impedían acceder a la universidad y a las asociaciones científicas.
Nunca he tenido más claro, ahora al escribir estas líneas, que el silencio y la solidaridad valen infinitamente más que las palabras. Una fuga de gas tras el descalabro de un camión cisterna en una avenida de Villa El Salvador, ha dejado hasta hoy catorce fallecidos y medio centenar de heridos.
Era débil como una caña y manso como un ciervo pero aun así fue fiel a su palabra: “Has de saber morir por los hombres. Y además por hombres que quizás nunca viste. Y además sin que nadie te obligue a hacerlo. Y además sabiendo que la cosa más real y bella es vivir”.
Las fábulas de Esopo, inspiradas en las vicisitudes diarias de la convivencia humana, son historias sencillas con moralejas extraordinarias. Herodoto, el historiador, afirmó que fueron muy populares en la Grecia clásica, afirmación que confirmaron Platón y Aristófanes.
El inicio del año es oportunidad para recordar esa frase del poeta italiano Cesare Pavese: “La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante”. Y lo es aun cuando comenzar pueda ser una ilusión, como dice Borges: “Gracias por el lunes que nos da la ilusión de un comienzo”.
Tal vez no haya metáfora más honda y más hermosa que la del río y el tiempo. Ambos fluyen, pasan inexorablemente. Su destino siempre está más allá. El hoy que deja de ser hoy y el ahora que ya no lo es más. Hoy es siempre todavía, como en el verso de Machado. Un río desemboca en otro río y éste en otro que desemboca en el mar que es el morir.
No es Papá Noel jalando su trineo, o el trineo jalando a Papá Noel, qué más da.
Es cada uno de nosotros jalando su propia carretilla de recuerdos y esperanzas que se actualizan en estos días con un sereno alborozo y una extraña tristeza.
No es el niño visitado por miles de turistas en una basílica famosa que es, además, un trofeo de guerra.
Raphael Samuel, de 27 años, forma parte de Child Free India (India sin Niños), un movimiento que promueve el antinatalismo. Raphael ha anunciado que demandará en los tribunales a sus padres por procrearlo.
Conocía, como millones de peruanos, su voz pero no lo conocía a él, hasta que por varios extraordinarios años en la década del 80, compartí la cabina de Radio Programas del Perú con quien era y sigue siendo su voz emblemática: Hugo Viladegut.
Un pescador del distrito de Culebras, en Huarmey, Áncash, desapareció sin dejar rastro hace 19 años cuando pescaba en el mar de Talara, en Piura. Familiares y amigos creyeron que se había ahogado, aun cuando, algunos, ante la ausencia permanente del cuerpo, pensaron que de alguna manera había sobrevivido y llegado a alguna orilla.
Recientes sucesos en América Latina nos han hecho preguntar qué pasa aquí y las respuestas que ensayamos no nos aclaran el panorama sino que nos confunden aún más. Eso que abarca la órbita sudamericana, abarca también, con otros énfasis, la realidad mundial y local. E incluso hasta nuestro propio ámbito personal con sus realidades y sus fantasías cotidianas.
Una población afroecuatoriana tiene hace años como su patrono a San Martín de Porres, consagrando así una tradición y una devoción popular que, seguramente, muchos de nosotros aquí desconocíamos. Se trata de Canchimalero, pequeño caserío de la parroquia Valdés, en el cantón esmeraldeño de Eloy Alfaro, en el hermano país del norte.