Como los desaguisados gubernamentales se han vuelto cotidianos y vertiginosos –hay enorme polémica por saber si son deliberados y provocadores, o simplemente responden a la orfandad intelectual del presidente Pedro Castillo y su identidad con lo mediocre u oscuro– pasó muy rápido el proyecto de la inminente liberación de Antauro Humala.
César Campos R.
Periodista Profesional y colegiado, egresado de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Con más de 35 años de experiencia como director y editor de diversas publicaciones nacionales, director y productor de programas radiales y de TV.
La ópera burlesca en la que Pedro Castillo ha convertido nuestra vida pública no tiene perdón. Carece de senderos para la enmienda frente a la abundancia de senderos “luminosos” que van consolidando su base sindical y social.
El presidente Pedro Castillo cruzó esta semana diversas fronteras del área que su desenvolvimiento político podían permitir a su alta investidura.
Dos circunstancias coincidentes me involucran otra vez en la pesadilla que padecimos los años 80 y 90 del siglo pasado. Pesadilla larga cuando la vivimos pero corta cuando la recordamos.
El tuit lanzando por Vladimir Cerrón a las 12.30 am del viernes 14 de enero, es claro e inequívoco: “El Congreso de la República está restringiendo al pueblo el derecho al referéndum, eliminando de esa forma el camino pacífico hacia la nueva Constitución y aperturando (sic) la válvula del camino violento. Marx, siempre tuvo razón, la lucha de clases es el motor de la historia.”
El día llegará que la compilación de las muy peculiares frases del presidente Pedro Castillo (algunas de las cuales no supera la valla del disparate) permitirá a futuro definir con holgura los alcances de este gobierno mediocre pero posicionado en la intencionalidad política de quedarse en el poder más tiempo del admitido por los cauces constitucionales.
Sin una bola de cristal frente a mis ojos ni recurriendo a maravillosos oráculos que anticipen nuestro destino, formulé hace casi un año en esta modesta columna mis perturbadores augurios sobre el Perú, al inaugurarse la tercera década del siglo XXI.
Ha transcurrido una semana desde el triunfo de Gabriel Boric sobre José Antonio Kast en Chile y muchas aguas de la controversia siguen discurriendo bajo los puentes arbitrarios de la opinión.
Son puntuales las etapas de la historia en que el bosque político del Perú se llena de árboles. Pero no precisamente frondosos ni colmados de frutas jugosas capaces de saciar nuestra avidez por una democracia viable e institucionalizada.
El ciudadano Rogelio Rivas, dícese uno de los organizadores del encuentro denominado “Runasur” que iba a llevarse a cabo los días 20 y 21 de diciembre en la ciudad del Cusco, anunció ayer que este evento quedó cancelado hasta nuevo aviso.
Mucho se cita aquella frase inmortalizada por William Shakespeare en su obra “El Rey Lear” y puesta en boca del conde de Gloucester: “Es el mal de estos tiempos: los locos guían a los ciegos”.
“Creo que la sociedad civil cobrará protagonismo a partir del 28 de julio. Ante un Congreso fragmentado con intereses de diversa índole... la sociedad civil será el actor más importante porque además no habrá identidad plena con quien salga elegido o elegida (presidente de la República)”.
Cerca al primer aniversario de la vacancia de Martín Vizcarra determinada por el Congreso y de los terribles acontecimientos que le sucedieron, la fiscal de la Nación ha tomado la desafortunada iniciativa de encaminar una investigación preliminar contra Manuel Merino, Ántero Flores-Aráoz y Gastón Rodríguez (presidente, premier y ministro del Interior del gobierno transitorio, respectivamente),
En una de las últimas columnas escritas para El Nuevo Herald, Andrés Oppenheimer cuestiona que el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Joe Biden haya decidido invitar a una “Cumbre para la Democracia” –organizada por su gobierno, la cual se llevará a cabo los días 9 y 10 de diciembre– a los presidentes de México, Argentina y otros países que, “aunque democráticos”, han tomado la det
Tengo vivo el recuerdo de esa segunda semana de septiembre de 1994 cuando, en nombre de la revista OIGA, participé en Managua, Nicaragua, de un seminario para periodistas con kilométrico título: “Rol de los medios de comunicación en el proceso de transición y consolidación democrática en América Latina”.
Acostumbrados a ver tambores de guerra entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, así como botones rojos a punto de oprimirse para dar paso a la vacancia o la disolución, desconcierta estos últimos días percibir una tácita y extraña hermandad en tales alturas del Estado.
Desde hace poco más de tres décadas, se ha vuelto moneda común en la retórica de actores y observadores políticos el concepto “gobernabilidad”.
Se le utiliza para definir la urgencia de comprensión básica entre los operadores públicos a fin de hacer viable un proyecto de país.
Cuando algunos pensaban que el presidente Pedro Castillo había conjurado la voluminosa crisis política de sus primeros dos meses y medio nacida al amparo del carácter provocador, misógino, homofóbico y vulgar del premier Guido Bellido, la segunda etapa con la reemplazante Mirtha Vásquez pareciera un pantallazo de la restauración borbónica: vuelven los impresentables sin haber aprendido ni olvid