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Edistio Cámere

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En los centros educativos de básica regular, el mes de julio goza de un particular prestigio: se celebra el día del maestro y las fiestas patrias, cuyos días centrales en un caso, coinciden con las tan ansiadas vacaciones de medio año de alumnos y docentes.

En el invierno, los rayos solares se muestran tenues y recatados: aparecen tarde y se recogen temprano. Las menudas gotas de agua caen sin fuerza ni ruido; la ciudad, sin embargo, queda empapada y sus habitantes con mayor sensación de frío, lo que los invita a recogerse, a protegerse más que a exponerse a la silenciosa garúa. Aun así, el despliegue de la vida en lo cotidiano no se detiene.

¿Qué es lo que les atrae de “afuera”? o ¿qué es lo que los impulsa a dejar el suelo patrio? ¿Qué es lo que han hecho las autoridades gubernamentales –con la anuencia o indiferencia de los ciudadanos– para que el afán de migrar de los jóvenes sea más una huida que un acto ponderado?

El docente es brasa encendida, es el nexo entre el presente y un futuro esperanzador; es la  fuerza que mueve; el cariño que motiva y, la palabra que descubre insospechados mediterráneos. Ser educador, hoy, entraña un compromiso histórico y social, precisamente porque su propio quehacer se resuelve en la cotidianeidad de la relación profesor-alumno.

El calor reinante en la ciudad abrasa, ni la abundante toma de agua lo calma; así que añaden el aligeramiento de la ropa que predica bastante informalidad en la vestimenta. A Roberto y María, distinguidos turistas, les provoca visitar un museo que destaca precisamente por lo selecto y lo cuidado de sus muestras y el protocolo de acceso.

El ministro de Educación vertió unas infelices declaraciones a raíz de presuntos abusos sexuales contra niñas awajún perpetrados por algunos docentes de su escuela entre los años 2010 y 2024. La desafortunada explicación del ministro jalonó diversas reacciones: puya mediática, interpelación en el congreso, dimisión; y, como pretexto para señalar al gobierno nacional.

El niño se asomó por la ventana, desde allí alcanzó a ver a su padre zambullido bajo el ‘capot’ del automóvil y, regadas en el piso, herramientas que por su disposición daban noticia de un uso intensivo. De prisa, mudó su ropa y bajó a su encuentro. El padre “leyó” su presencia como la de un “asistente” y le solicitó una llave inglesa.

Las evaluaciones censales que el Ministerio de Educación aplica a nivel nacional evidencian, en algunas escuelas públicas, resultados más halagüeños que en las particulares. Me da mucho gusto que así sea.

“Avanzar, mediante nuevos descubrimientos, por el camino heredado”, es una frase de Milan Kundera, escritor checo, que traza con brillantez la ruta que debería seguir toda organización. Existen personas que recusan el aporte y memoria de los que “estuvieron antes”, mientras que otras no se dejan permear por lo positivo del presente: suelen añorar el pasado que “fue mejor”.

La didáctica, el gobierno de aula, junto con el querer, el afirmar y el corregir, perfilan la categoría de un maestro. El querer se relaciona con la disposición o motivación para educar. Tiene el sabor de la ‘fidelidad’, no se contenta con dictar, más bien se centra ilusionado en el despliegue de su quehacer docente, es decir, decidiendo y actuando en beneficio del alumno y de su escuela.

Aún sigue aleteando en mi memoria una escena que pude visualizar en las redes sociales en días pasados; de duración breve pero el mensaje nítido y elocuente. Tanto que me ha animado a componer unas líneas al respecto. En la primera toma, se observa una joven con rostro cariacontecido y llorando desconsoladamente.

“Para mí la alita” es una expresión vicaria de otras muchas que habremos vivenciado en primera persona, sin reparar en el particular sentimiento que hay detrás. La familia en pleno se arrellana en el sofá para ver la película prometida. Se pone en “pausa”, mientras se espera a la crujiente “canchita”, ¡será que su compañía despierta la sensibilidad hacia el séptimo arte!

A primera vista, puede sonar a despropósito sugerir relación alguna entre ambos conceptos. Antes de continuar, y a modo de atingencia, diré que me refiero exclusivamente al transporte público limeño. Desde los antiguos filósofos griegos y actualizado por los modernos, especialmente por Leonardo Polo, se afirma que el mejor modo de crecer como persona es aprovechando el tiempo.

¡Señor, le leo la mano!… ¡Consulta con un astrólogo para que conozcas lo que te depara el futuro! ¿Vas mal en los negocios, en el amor, no eres es feliz?, te espera Madame… Así se ofertan los especialistas en intuir, vislumbrar el futuro con el apoyo de una demanda que se incrementa instalada en todas las diferentes esferas socioculturales de una sociedad.

¿Qué hago? Si reporto a la dirección, habrá consecuencias para el alumno, pero volverá a reinar el orden en su aula. ¿Qué sucederá con él? Si no informo, cabría la posibilidad de conectar con él, conocerlo y alentarlo para que cambie de actitud. Pero, ¿si no lo consigo…? La presión aumentará, el director intervendrá sin solicitar mi concurso…

Un maestro paseaba por el bosque con su discípulo cuando vio un lugar que le llamó la atención. Se aproximó al padre de familia y le preguntó: ¿En este lugar no existen señales de trabajo ni comercio, como hacen para alimentarse y progresar? El señor respondió: “Tenemos una vaquita que nos surte de leche a diario.

Los avances propios de la pedagogía y los tecnológicos colocan en las mesas de diálogo y reflexión de las escuelas, de la academia, de los seminarios o congresos de expertos y, hasta en la propia cartera de Educación, acerca de cómo, cuál debería ser el perfil, qué habilidades requeriría un docente del futuro para que peche con eficiencia lo nuevo por venir en la educación básica regular.

Este domingo los católicos celebramos la Resurrección de Jesucristo. Hoy sábado es un día de espera y esperanza. San Pablo, preciso en el lenguaje y consistente en su mensaje, aseveró: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe”.

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