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Luis García Miró Elguera

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Luis García Miró Elguera

No es casualidad que las elecciones que decidirán si Perú entra a la órbita comunista, o permanece en la Democracia, estén cargadas de presagios de fraude para favorecer al partido que lleva como candidato a Pedro Castillo, quien planteó desde el inicio una asamblea constituyente. Esto significa imponernos un poder excluyente por encima del Legislativo, Judicial y Ejecutivo.

¿Coincidencias? No, amigo lector. ¡Evidencias! El lunes ocurrieron hechos sucesivos, cada cual más sospechoso, todos encaminados a concluir que el candidato comunista había ganado la elección en nuestro país.

¡El comunismo –en concreto, Cuba y Venezuela- ya canta victoria electoral en el Perú! ¡Nos están robando el país! ¿Estamos dispuestos a perderlo? ¿A dejar que ocurra una intromisión foránea para convertirnos en país miserable; sin libertades; arruinado; sin posibilidad de vuelta atrás, siendo conscientes de que el comunismo una vez instalado en el poder no lo deja más? ¿Es eso posible?

Constitucionalmente, el Estado peruano está representado por tres poderes; cada cual con plena independencia. Legislativo, Ejecutivo y Judicial. De modo que toda medida que tenga que ver con la representatividad de la sociedad reposa, exclusivamente, en alguno de estos tres poderes estatales. No existen más alternativas.

Una vez más, gran parte del centroderecha peruano ha demostrado ser una verdadera vergüenza. Sumidos en su umbral de comodidad, los ricachones peruanos -y también aquellos aspirantes a serlo- han dejado que el comunismo les confisque la nación que heredaron, habiendo sido advertidos en todos los tonos que ello iba a suceder.

Lunes negro. El país despertó con la noticia del progresivo recorte de los seis puntos porcentuales que llevaba de ventaja Keiko Fujimori. Desde la madrugada las cifras iban cayendo, hasta que ayer a mediodía Pedro Castillo pasó adelante en la cuenta de votos, ayudado por unos saldos del conteo de votos en diversas regiones que le han favorecido; particularmente la macro región Sur.

Perú se libró de la peor amenaza que ha podido tener como nación independizada van a hacer dos siglos. La madurez de los peruanos ha conseguido sortear el riesgo de recaer en el yugo del colonizador; que implicaría, después de doscientos años, volver a estar dominados ya no en calidad de colonia por una potencia extranjera, sino por un vasallaje ideológico, satánico, destructivo.

Ha llegado el día menos esperado. La fecha en que 32 millones de peruanos decidirán si entregan SU país al comunismo; o si mantienen la democracia que tantas décadas costó defender de populismos, devaluaciones, inflaciones y autocracias; pero también de tantas vidas y tanta salud de gente que se llevó el sangriento terrorismo incubado por esas crisis. Mañana ya no habrá vuelta atrás.

La involución de nuestra clase política no tiene parangón. El muestrario que exhibe en cada elección, presentando a sus mejores exponentes para postular a la presidencia de la República, es claramente de lástima. Aunque si entramos a indagar en el cartel de postulantes al Congreso, pues no hacen faltan comentarios. Hablamos de una suerte de pozo séptico de vergüenza.

A propósito del tardío reconocimiento oficial de más de 180,760 víctimas del covid-19, desde el año pasado esta columna ya denunciaba la farsa instituida por Vizcarra para esconder las cifras de víctimas de la pandemia.

¡Keiko necesita exigir la inmediata expulsión de Odebrecht, símbolo de la corrupción! No hacerlo le costará la elección.

El partido Perú Libre del ex gobernador de Junín, Vladimir Cerrón (un condenado por corrupción y afiebrado camarada, amigo de los Quispe Palomino que dirigen el partido militarizado sendero luminoso ligado al narcotráfico), lleva a Pedro Castillo como su candidato a la presidencia. Castillo inició su campaña presidencial diciendo la verdad.

Los debates se presume sirven para sacar conclusiones. Quién conoce y quién ignora; quién miente y quién dice la verdad; quién sintoniza con el auditorio y quién desentona con él. Por último, quién tiene la razón y quién no la tiene.

Cada vez que ha gobernado la izquierda ha producido crisis socioeconómicas. En consecuencia, malestar y pobreza en la sociedad. No, no es un estribillo. Es la verdad histórica. La razón es sencilla. La izquierda local no ha sabido ni querido cambiar, tras la implosión de la ex URSS, madre de todos los socialismos.

La pasividad de las fuerzas democráticas peruanas, consecuencia de una persecución implacable impulsada por la progresía caviar a lo largo de las últimas dos décadas, ha permitido que hoy la izquierda controle todos los estratos de nuestro Estado, sin haber ganado una sola elección definitiva.

Todos los peruanos preocupados por el asalto al poder que viene preparando sendero luminoso este 6/6, vienen colaborando –de una manera u otra– para impedirlo. Aunque decir todos sería ir demasiado lejos. Hay un sector que de manera creciente ha venido colocándose del lado contrario a nuestra frágil democracia, presumiblemente creyendo que con ello salvaría los muebles.

La siguiente arenga pudiese corresponder a quien asuma la presidencia del Perú el 28/8/21. Sin embargo, son extractos del Mensaje del flamante presidente de Ecuador Guillermo Lasso, pronunciado el 24 de mayo al aceptar la presidencia. Coincidencias del destino. Lasso salvó a Ecuador de recaer en el Chavismo, derrotando en segunda vuelta al candidato rojo Andrés Arauz.

El ejemplo de Ecuador es muy ilustrativo para lo que está viviendo nuestro país, a sólo nueve días del ballotage. Allá el 7 de febrero 2021 ganó en primera vuelta el candidato prochavista Andrés Arauz, con 32.72% de los votos. Quedó segundo el candidato por la democracia Guillermo Lasso, con 19.34% de las preferencias. El repechaje fue el 11 de abril.

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