Rechazo e indignación genera la amenaza contra este periódico, baluarte de las libertades, de la Democracia y de la Constitución.
Luis García Miró Elguera
¡Hoy sabemos que Castillo no va a renunciar! Se lo impide su acendrado sindicalismo, su consigna totalitaria, el talante bolchevique de su patrón Vladimir, sumado a su absoluta falta de amor por la patria exhibida en innumerables oportunidades. ¡Castillo es destructor por antonomasia! Como activista del sutep-movadef, ha demolido en vez de construir. ¡También es traidor!
La corrosiva política antilibertad individual y antimercado libre del régimen comunista, ha hecho que, por primera vez en la historia peruana, la ciudadanía no pueda celebrar bien Semana Santa.
Suenan las alarmas en los mercados internacionales de capitales debido al alto nivel de la crisis que carcome a la economía peruana, víctima de un gobierno sin rumbo y enfocado, exclusivamente, a convertirnos en la versión andina de Cuba y Venezuela.
Como si se tratase de un triunfo épico, la estatal Petroperú festeja la “inauguración de la nueva refinería de Talara”. En rigor, es la mismísima refinería de 1927, instalada por International Petroleum Company IPC para producir 10,000 barriles/día. Recordemos. El 9 de octubre 1969 el régimen golpista/socialista/militar de Velasco confiscaba las operaciones de la IPC.
El Congreso, único poder del Estado que constitucionalmente ejerce la representación del pueblo, viene incumpliendo de manera sistemática esta principalísima función.
Uno de los principales impulsores políticos del aún presidente Castillo fue el cardenal y arzobispo de Huancayo Pedro Barreto.
La falta de un líder nos está deslizando a pasos agigantados al peor de los escenarios.
Este agónico, improvisado régimen, pletórico de vicios y corrupción, está enfocado a dinamitar el bienestar de 32 millones de peruanos, en vez de satisfacer a los sectores que dice respaldarlo.
Este es el desgobierno de la vergüenza. Acorralado por su incapacidad, vencido por la incultura, diezmado por la chabacanería, y enredado en sus mentiras, el gobierno que aun preside Pedro Castillo se desmorona pública, lenta, indecentemente, en medio de una sociedad absorta por la miseria de gente que está llevando las riendas de su país.
No hay peor ciego que el que no quiere ver. Entiéndalo, señor Pedro Castillo. Fruto de su ineptitud sufren 32 millones de peruanos y continúa aniquilándose lo que queda de aquello que fue el Perú próspero de comienzo del milenio.
Un inconstitucional decreto, firmado por el aún presidente Castillo, desató el blitzkrieg popular que finalmente acabará echándolo de palacio de gobierno. Castillo languidece, sumido en el más absoluto abandono del respaldo ciudadano y envuelto en un mar de corrupción. Además de cargar sobre sus hombros con, hasta el momento, cinco vidas segadas.
Acorralado por una ciudadanía indignada después de sentirse estafada por un “prosor” chotano apellidado Castillo, el mandatario comunista/senderista auto declarado neófito en gobernar (a posteriori de acabar elegido) ha solicitado al clan cubano que le apoye, rogándole facilitarle una salida para evitar que “el pueblo” le expulse de palacio, como peyorativamente Castillo distingue al populorum
Los cuatro muertos que vos matasteis, presidente Pedro Castillo Terrones, ¿gozan de buena salud?
El choque de trenes parece inevitable. El analfabetismo gubernativo del presidente Castillo es el dinamo de dos locomotoras que viajan en sentido contrario por la misma vía férrea. Las finanzas nacionales hacen agua porque, primero, Castillo asumió como propio un mar de subsidios creados por el miserable Vizcarra para encubrir su infame manejo de la pandemia que quebró a medio país.
Fernando Rospigliosi, acucioso observador político y ex ministro, comenta así la venta del emporio gastronómico peruano de Gastón Acurio a un grupo empresarial boliviano. “Peruanos se van del país, llegan los bolivianos. Gastón (Acurio) vendió y se va a los Estados Unidos a poner restaurantes. ¡Gracias comunistas, caviares y cojudignos!
El incapaz Pedro Castillo ha recibido tupido de su misma medicina. Nada menos que desde Huancayo, capital de Junín, el otrora epicentro de poder del partido Perú Libre.
Basta de poses y ridiculeces, señores Pedro Castillo, Aníbal Torres y demás dirigentes del régimen que maneja la vida y el patrimonio de 32 millones de peruanos.